Pluma excelsa de Gustavo
Tatis comienza serie de 27 perfiles de afrocolombianos que simbolizan el aporte
de la población negra al país.*

Por Gustavo Tatis Guerra, cronista de El Universal de Cartagena
Si debajo de las murallas de Cartagena de Indias hay sangre de africanos que fueron esclavizados hace más de cuatro centurias, él ha ido tras la música y la huella de los tambores que en las noches de la esclavitud invocaron a los ancestros.
Todo es  un pasaporte para hacer música. Hasta la piel machacada de los plátanos con ajo y cebolla para el cabeza de gato de los desayunos. Nombre misterioso para un suculento plato Caribe: fufú de los cubanos. Cabeza de gato para los cartageneros. Patacón pisao.
Él, Juan Carlos Coronel, empezó a cantar a sus seis años en la vieja casa natal de Getsemaní en Cartagena de Indias, en donde nació en 1965.
Nunca ha dejado de cantar. El viento del mar traía al puerto los sonidos de la resistencia africana. Y a bordo de barcos clandestinos viajaban al puerto cartagenero el contrabando secreto de la música, como un manjar de sonidos en las antiguas noches en donde el tambor fue prohibido.
Así el niño escuchó desde temprano la música que venía de África y las islas del Caribe continental. Nutrido de esa cadencia sedujo a su ciudad desde muy temprano con el timbre de su voz.  Y ganó a sus siete años el Festival de la Canción de las Empresas Públicas de Cartagena,  entre cuarenta participantes.
Fue el inicio de una travesía exitosa que no cesa, dentro y fuera del país.  Fue el niño elegido para cantar a bordo de las embarcaciones turísticas que surcaban las aguas de la Bahía de Cartagena. El niño elegido de los griles y los hoteles cinco estrellas.
Pero nada de eso lo perturbó ni le hizo perder su propio rumbo. A sus once años integró el grupo Casanova, consagrado a los ritmos del Caribe. Más tarde, se  unió a Michi Sarmiento y su Combo Bravo.
A los catorce años grabó con el grupo Afrosound, su primer álbum con Discos Fuentes y fue llamado por Fruko y sus Tesos, para cantar junto a Wilson Saoco y The Latin Brothers.
Luego, trabajó con Nene y sus Traviesos y grabó éxitos que están en la memoria de los colombianos: «Patacón Pisao», de Ramón Chaverra, en 1985, y canciones como «El ventanal»,  «Se me cae, se me cae», entre otras.
Desde entonces, su sed de música no le ha impedido abarcar la música ancestral  que trasciende el rótulo de música tropical, y  abordar con su voz, los diversos matices de la música del país y de América Latina: el bolero, la balada, la salsa, la cumbia, los ritmos del interior de Colombia: el bambuco, valses y  pasillos, etc, rindiendo homenaje a íconos sonoros como Lucho Bermúdez, José Barros, José A. Morales,  Jorge Villamil, Jaime R. Echavarría, Leo Marini, Boby Capó, Vicentico Valdez, Celio González y la estrella de la balada José José.
Más de cuarenta años de estar cantando sin detenerse, le han merecido a Juan Carlos Coronel, numerosos premios y homenajes dentro y fuera del país y el Premio Grammy Latino a Mejor álbum Cumbia /Vallenato en 2011.
Cantar es uno de sus grandes desafíos como el de lograr encontrar la música exacta y secreta que duerme debajo de las piedras de Cartagena de Indias, como si avivara el espíritu de un africano que llora o canta frente a la inmensidad del mar.
Juan Carlos Coronel, criatura vivaz, convierte las lágrimas en música. Y machaca los sonidos como plátanos dispuestos a convertirse en cabezas de gato.
*Publicado en la revista Color de Colombia, cuya edición 4 fue posible gracias al apoyo del Programa para Afrodescendientes e indígenas de la Agencias para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos, USAID.
Foto de Juan Carlos Coronel de su página oficial www.juancarloscoronel.com