Transportadores tienen miedo y los pasajeros tampoco salen. «El Pacífico está sometido por la violencia y el gobierno nacional se muestra incapaz de rescatarlo», dice joven columnista.
Por Eddie Xavier Bermúdez Marcelin, magister en Ciencia Política y Liderazgo Democrático (C). Del programa «100 nuevas plumas en el Bicentenario, 2010-2021»
El pacífico colombiano finalizó el año 2012 con los más altos índices de violencia, como no se veían en muchísimo tiempo.
En el Chocó se presentaron dos paros armados y la presencia de la delincuencia común se hizo mucho más notable. En Buenaventura, las muertes por actos violentos y delictivos convirtieron el último trimestre en el más triste de los bonaverenses.
En Tumaco, la constante pugna por el control de las vías marítimas para la comercialización ilícita siempre cobra vidas inocentes.
Como si esto fuera poco, el 2013 inició con un panorama no menos desalentador. En el Chocó, nuevamente las Farc impusieron un paro armado. Hace pocos días, fue muerto en Cali un concejal de Buenaventura.
La fuerza pública con presencia en la región parece no tener el control y lo que es más preocupante, tampoco la capacidad de superar la impotencia.
El Pacífico está sometido por la violencia y el gobierno nacional se muestra incapaz de rescatarlo.
Las respuestas del Gobierno ante esta ola de inseguridad no han sido oportunas ni efectivas. La capacidad de respuesta del Estado ha estado en entredicho. De un lado, se han realizado no más de 4 consejos de seguridad en la región.
Las alternativas han sido paños de agua tibia ante las constantes intimidaciones de las FARC, la delincuencia común y los grupos al margen de la ley. El aumento en el pie de fuerza en la región no supera los 1000 hombres, algo absurdo.
Desconectado de la realidad es el calificativo utilizado por el Gobierno nacional ante una amenaza de paro armado en la región. En el caso del Chocó la respuesta ha sido: «lo del Chocó es un paro de papel», según el ministro de Defensa en noviembre pasado.
El pacífico hace honor, no solamente al nombre del océano que lo rodea en su costa occidental sino también a que históricamente se ha caracterizado por ser una región tranquilidad, donde ha reinado la paz.
Pero lo que fue un remanso de paz se encuentra amenazado. Quienes nacieron en el pacífico o lo han visitado saben de lo que hablo.
Ya los cantos de boga, el caminar por las calles hasta altas horas, el compartir en las esquinas con familiares y amigos, las guitarreadas, incluso el contemplar la aurora están a punto de ser historia si no actuamos como región, de manera oportuna e inmediata y hacemos un llamado contundente al Gobierno nacional.
Los hechos recientes deben servir para que actuemos como región. Hay que rodear a nuestros líderes, quienes deben aprovechar su relativo posicionamiento a nivel nacional e internacional para lograr captar la atención del Estado en este tema.
Agoniza el pacífico pero aún puede cobrar vida si actuamos como región y damos muestras de ser un país más doliente con nosotros mismos.