Este chocoano es miembro independiente del comité para la eliminación de la discriminación racial, de Naciones Unidas. Ganador en la categoría Sector Público de 12 afrocolombianos del año 2011. Perfil 12*

Por Laura Gil, columnista de El Tiempo.
Pastor es un hombre soñador, creativo, solidario; de hablar dulce, metas claras y carácter fuerte. Lo conocí en 1996, cuando trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Estaba, entonces, encargado de poner el tema afro-colombiano en la agenda internacional de Colombia. Sobra decirlo, a mediados de los noventa, la problemática afro permanecía invisibilizada en Colombia.
Pero, como hemos visto con muchas otras cuestiones, los avances en el respeto de los derechos humanos son más  impulsados desde afuera que desde adentro.  Lo que no veíamos -o no queríamos ver- aquí, sí se percibía en el exterior.
Pastor siempre entendió que los actores internacionales podrían convertirse en aliados de la causa afrocolombiana.  Su trayectoria combina una búsqueda del desarrollo legislativo interno así como una presencia destacada en escenarios bilaterales y multilaterales.
Como miembro auxiliar del negociador del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, Pastor incorporó la dimensión afrocolombiana en la discusión bilateral.
Recordemos el protagonismo que tuvieron varios de los congresistas afroamericanos en la aprobación del TLC, cuando la condicionaron a la implementación de medidas concretas a favor de la población negra de Colombia.
Muchas iniciativas legislativas tienen el sello de este abogado chocoano. Varias de sus propuestas derivaron en textos concretos que cambiaron realidades.
El Artículo 113 de la Ley 50 de 1990 garantizó la pensión de jubilación a más de 750 trabajadores de la Empresa Metales Preciosos del Chocó.
Más importante aún, la Ley 70 de 1993, en cuya redacción participó, marcó un hito en la historia afrocolombiana.
«La presente ley tiene por objeto reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción y el derecho a la propiedad colectiva», reza su primer enunciado.
La defensa de la relación especial de esas comunidades con su tierra continúa siendo parte de la lucha que Pastor ha emprendido, no sólo como un desafío profesional sino como un compromiso de vida.
Esta apuesta por la afrocolombianidad que, es en realidad, una por Colombia entera, lo llevó a caminar el sendero tan ingrato de la función pública.  En dos ocasiones, Pastor asumió la Dirección de Asuntos para las Comunidades Afrocolombianas del Ministerio del Interior.
El intenso trabajo desplegado en Colombia le fue reconocido a Pastor en ámbitos internacionales.  Es, desde 2008, miembro del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, un órgano de Naciones Unidas compuesto de expertos independientes.  Desde allí, contribuye a dejar en firme estándares internacionales.
Este colombiano dejó una huella imborrable en la esfera de Naciones Unidas.  En su cabeza germinó la idea que culminó en la Resolución 64/169 de la Asamblea General.
Este texto proclamó a 2011 como el «Año de los Afrodescendientes» y llevó a la declaración de la Década de los Afrodescendientes en Iberoamérica a partir de 2013. Recae ahora en los gobiernos de la región aprovechar este decenio para cerrar brechas.
*Publicado en la revista Color de Colombia, cuya edición 4 fue posible gracias al apoyo del Programa para Afrodescendientes e Indígenas de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos, USAID.