Las mujeres están «locas» y eso las hace bellas e inexplicables. No intenten descifrarlas, dice la autora de «Evite enamorarse de un bacán».
Por Tibisay Estupiñán Chaverra, bacterióloga y escritora de vocación. Especial para Color de Colombia
Todos los seres humanos nos hemos devanado el cerebro tratando valientemente de adivinar qué está pensando la pareja. En el baño, en la cocina, teniendo relaciones sexuales, haciendo el amor o como lo quieran llamar de acuerdo con lo legal de su relación actual.
No conformes con esta cuestión que semeja más una tortura que una necesidad de aprendizaje, nos formulamos preguntas aún más complicadas como: ¿Qué quieren las mujeres?, ¿Qué quieren los hombres?
Hoy, después de numerosos estudios, peleas, divorcios y realities shows que involucran visiones antropológicas, neuro-científicas y hasta religiosas, expertos han concluido que la mayoría de veces no tenemos ni la más remota idea de lo que queremos.
Sencillamente vivimos dominados por nuestros instintos y emociones, que nos llevan a pensar una cosa, sentir otra y decir una totalmente diferente. ¿Y quien no ha dicho una mentira, que cree que es verdad para ganarse la confianza de su pareja, que al final termina por no creerle?
Después de leer tanta prosa, escuchar audios de ayuda emocional y ver todas las tardes ‘Laura en América’, seguimos sin comprender que el cuento está en que hombres y mujeres somos absolutamente diferentes.
Al principio de una relación esto es entendible y hasta llegamos a amar dichas diferencias, pero con el tiempo nos da amnesia selectiva.
Mujeres: Los hombres necesitan su propio espacio. Cuando se sienten perturbados solo quieren meterse en su «cueva» y crean o no, están analizando un problema o reflexionando sobre «algo» importante. Dejen de imaginarse cosas y sentirse rechazadas.
Las 17.000 palabras que necesitan decir al día, no deben ser disparadas en esos momentos en los cuales ellos solo responden sí, no o ahh bueno.
Los hombres también se deprimen. Sí, se deprimen pero ellos casi nunca lo saben; así que no se preguntan el porqué ni el para qué de molestarse. Por nada del mundo traten de cambiar a sus hombres y olviden el esquema de comisión de mejoramiento del hogar.
Los hombres no necesitan consejos, necesitan aprobación.
Dejen de culparlos por todo. Un hombre se siente bien cuando escucha las 4 palabras mágicas «no es culpa tuya», pero ojo, esto funciona si realmente no lo están culpando.
A los hombres hay que darles la energía de un propósito, que puede ir desde reparar un auto hasta encontrar dos tiernos pezones debajo de la crema de chantillí. Sean creativas: denles propósitos de conquista.
Hombres: Cuando las mujeres hablan hasta por los codos de sus problemas no están buscando soluciones, quieren empatía.
Las mujeres están «locas» y eso las hace bellas e inexplicables. No intenten descifrarlas.
Cuando una mujer «estira la trompa» no está brava; lo que realmente quiere es un beso. Si una mujer está deprimida y la escuchan, se deprimirá más; necesitan tocar fondo para luego salir cariñosas, pero no crean que ya se resolvió, va a volver a pasar, a veces solo una hora después.
Una mujer solo se calla cuando lo que va a decir es algo muy hiriente o hizo algo malo. Musiten alguna palabra para que ellas entiendan que no vienen de charlarse a la vecina o tienen algún cadáver en la alacena.
Las mujeres necesitan sentirse amadas. Los hombres necesitan sentirse confiados. El problema es que damos lo que nosotros queremos, pero si en vez de eso diéramos lo que el otro quiere, no nos agotaríamos tanto.
Al convalidar y aceptar nuestras diferencias se descubren soluciones creativas por medio de las cuales podemos conseguir lo que queremos y a veces hasta con plus, como un buen shopping o una desenfrenada noche de placer con liguero y látigo incluido.