Sobre los inventos realizados por afrodescendientes que ayudan a nuestra civilización.

Por Beinerth Chitiva Mosquera, licenciado en idiomas, abogado y magíster en tecnología de la educación de la Universidad de Michigan. Especial para Color de Colombia.
Hace varios años conservo un artículo del Courier, un diario que se publica en Flint, Michigan. El artículo, titulado Un Mundo Sin Negros, fue publicado un febrero en el marco de la conmemoración anual del Mes de la Historia Negra, que le ha permitido a la sociedad estadounidense reconocer y valorar el aporte de los afrodescendientes, que frecuentemente es subvalorado o estigmatizado.
Quiero compartir con ustedes la esencia del mencionado escrito, que en resumidas palabras cuenta con tono humorístico que un día un grupo de blancos estadounidenses, cansados de los afro-americanos, deseó vivir en un mundo sin ellos. El deseo se hizo realidad.
Luego de pasar por un túnel oscuro emergieron en una especie de Dimensión Desconocida (Twilight Zone), un mundo sin negros. Al comienzo estos individuos experimentaron una sensación de gran alivio. Por fin estaban en un mundo sin crimen, drogas, violencia y asistencialismo; todo ello causado supuestamente por la comunidad afro. ¡Qué alivio! Por fin un mundo sin negros.
Sin embargo, poco tiempo después, los hermanos blancos empezaron a notar que su nuevo mundo no era tan maravilloso ni ideal como lo habían anhelado. Las tierras que en la otra dimensión habían alimentado a millones de habitantes ahora eran inmensos campos áridos, con muy pocos cultivos para alimentar una siempre creciente población. La razón para esta letal realidad es que acá no existe el sistema esclavista sobre el cual se construyó la prosperidad material de la nación.
Se observa que las ciudades carecen de edificios altos o de rascacielos ya que Alexander Mils, un negro, inventó el ascensor. Sin este valioso aparato resulta casi impensable el desarrollo urbanístico de las ciudades. En igual sentido hay muy pocos carros circulando, pues Richard Spikes, otro afrodescendiente, inventó la caja de cambios automáticos. Otro negro, Garret A. Morgan, inventó las señales de tránsito, vitales para organizar el tráfico y proteger vidas.
Los denominados Sistemas Rápidos de Transporte modernos no serían posibles sin su predecesor, el tranvía eléctrico, que también fue inventado por un negro, Elbert R. Robinson. En ese mundo sin negros las calles lucen inundadas de basuras, pues esos grandes vehículos que barren las calles también fue producto de la inspiración creativa de un negro, Charles Brooks.
La lista es muy extensa, pero no la podría cerrar sin incluir la máquina de escribir, el aire acondicionado, el sistema de calefacción y el refrigerador, inventados por W.A. Lovette, Frederick Jones, Alice Parker y John Standard, respectivamente. En el único mundo que conocemos, por lo menos la mitad de nuestras actividades diarias son posibles gracias a la mente creativa de muchos hermanos afrodescendientes.
Como siempre lo he sostenido, los afro-colombianos venceremos los prejuicios y erradicaremos las taras del subdesarrollo en la medida que hagamos de la excelencia nuestro estilo de vida.
Nuestros actos deben estar guiados por el amor, incluso brindándoselo a aquellos que se creen mejores que nosotros. Martin Luther King Jr. lo aplicó en su lucha por los derechos civiles, de sus maestros lo aprendió: Mahatma Gandhi y Jesús Cristo.
¡Quién le apuesta al odio, su cosecha abundara en frutos venenosos!
No tenemos todo un mes dedicado a exaltar la historia negra de Colombia, ni tenemos un cuaderno de bitácora que detalle los logros de los afrocolombianos, pero estoy seguro de que muchos de nuestros hombres y mujeres están en este preciso instante engrandeciendo esta nación.
Los exhorto a que creemos una red para contarle a Colombia y al mundo de nuestras contribuciones. ¡No somos invisibles, aquí estamos!