«La inclusión era el primer peldaño de las transformaciones posibles, no puede ser la meta final, o estamos perdidos».
Por Tatiana Bonilla, sicóloga.
Quiero abordar el temita de la inclusión: ¿usted se ha preguntado a quiénes se incluye y para qué?
En Colombia se quiere incluir al negro, al indígena, al homosexual, a la mujer, y desde ahí nace mi desconfianza, pues ese tal desarrollo humano al que se nos instiga corrobora el legado colonialista.
¡INCLUSIÓN! La palabra tiene un peso simbólico fuerte: agrupar, juntar, tragar, hacer parte de… pero , ¿de qué cosa quieren hacernos parte a esos que no encajamos?
La explicación usual es que se trata de una dinámica que viabiliza que personas zambullidas en los márgenes del sistema, logren participar del nivel mínimo de bienestar alcanzado en una nación.
Pero, ¿qué clase de loco necesita ser incluido en un sistema que de por sí es marginal?
Y, ¿por qué es menester la inclusión abajo, es decir, manteniendo el enfoque piramidal, y nunca hacia arriba? No me refiero solo al goce de bienes materiales…
La tal inclusión se nos ha quedado en una especie de asimilacionismo.
Las políticas públicas no están precisamente bien direccionadas y lo que abundan, más bien, son un montón de Ong´s captadoras de recursos que en pro de un supuesto bienestar común, consiguen lo suyo.
El debate hace rato que se estancó y repetimos como borregos lo que está bien y lo que está mal, pero de autocrítica más bien poco, con la excusa aquella de que la ropa sucia se lava en casa.
Al igual que cierto pensador opino que la peor forma de injusticia es la justicia simulada. Evidentemente la inclusión es un discurso político que en nada resquebraja la estructura dominante.
A mí que no me incluyan en este mundito estrecho, por asumirme negra o asumirme mujer. Las migajas de un sistema como este no las quiero.
Si tengo el derecho que sea precisamente el de NO ser incluida en una sociedad enferma.
No necesito, con sinceridad, la circunscripción especial de comunidades negras o que se me nombre como población diferencial en virtud de mi sexo. No es desde la vulnerabilidad que van a definirme.
La inclusión era el primer peldaño de las transformaciones posibles, no puede ser la meta final, o estamos perdidos.
Si las cosas van a mejorar, puedo asegurar que no será por esas vías. Las herramientas del amo, difícilmente desmontarán su casa.