Una historia de amor. Por Maricruz Salgado, estudiante de Lengua castellana y literatura en la Universidad del Atlántico.

Desde la muerte de Jorge, Claudia iba todos los días a sentarse a la baranda. Hasta que un día Claudia, después de tanto pensar y pensar, decidió irse a casa donde vivía con su hermana Lola desde hacía tres años, mucho tiempo antes de que sucediera el fatal accidente con su amado Jorge .

Claudia comentaba a Lola que por su culpa Jorge había muerto y que no entendía el por qué todas las personas diferentes a ella la trataban indiferente.

Al día siguiente, Claudia, como todos los días, se preparaba para ir a la baranda donde vivió tantos recuerdos hermosos con su amado; cuando iba por el pasillo del edificio, saludó a la vecina de al lado, pero esta la ignoró y el perro de la señora le ladró muy fuertemente. Claudia ignoró todo y siguió su camino.

Cuando se acercaba a la baranda, tropezó con un hombre alto y muy hermoso que casi parecía un ángel caído del cielo. Este le dijo: estamos perdidos en este mundo que no nos puede comprender. Claudia volvió a ignorar.

Pero al llegar a la baranda, vio que justo allí había sucedido un horrible accidente: dos autos chocaron dejando a una persona muerta. Cuando Claudia se acercó un poco más vio que era él, el hombre que se había tropezado momentos antes.

Y de repente corrió y corrió hasta el cementerio a visitar la tumba de Jorge, a la que nunca había visitado por no poder con su culpa, mientras muchos recuerdos venían a su mente.

Al llegar, se encontró con una gran sorpresa: una tumba al lado de la de Jorge con una inscripción que decía: aquí yace Claudia Bermúdez, quien murió al lado de su gran amor en un fatal accidente. Que Dios los tenga en su gloria.

Era ella, y comenzó a recordar llorando todo lo que había pasado, cuando sintió una mano fría en sus hombros y al voltearse vio que era Jorge, quien le dijo: te esperé con ansias, amada mía. De repente, una luz blanca bajó del cielo y los dos, en puntas de pie, se alzaron a la lejanía del paraíso.