Como dijera Mandela: «Nadie es tan bueno como lo mejor que haya hecho, ni tan malo como lo peor». En respuesta a ¡La leyenda de Cuero tiene valor! de Alexis Perea.

Por Fredy José Agámez Berrío, abogado especialista en Derecho Público Financiero. Especial para Color de Colombia.  

A propósito de la polémica surgida alrededor del profesor Raúl Cuero y sobre los reales logros alcanzados por este, es evidente que con sólo dos de sus inventos reconocidos por la NASA (1998 y 2007), el colombiano Raúl Cuero seguramente tendrá ganado un buen lugar en la historia de la ciencia.

Sin embargo, sigo convenido de que los principios de valores éticos de la sociedad mundial actual, muestra día a día síntomas de decadencia.

Si bien es cierto no tiene sentido inculcar en la sociedad la noción de la persona ideal, y con esto creo interpretar a mi colega Alexis Perea (en su artículo ¡La leyenda de Cuero tiene valor!, en este mismo espacio), no es menos cierto que no se puede renunciar a inculcar aptitudes fundamentales para lograr una sociedad mejor. Es decir, a promover a través de nuestros referentes un sistema de valores y principios que a la larga conducen a que nuestros logros sean cada vez mejor valorados.

Así, en una posición crítica ante los muchos artículos a favor y en contra del inventor colombiano, es preciso citar a Nelson Mandela cuando expresó que “nadie es tan bueno como lo mejor que haya hecho, ni tan malo como lo peor”, en alusión al momento de su vida en el que tuvo que liderar una toma de las armas para seguir su lucha por  una igualdad racial en Sur África.

Así Mandela nos enseña que él no es tan bueno como muestran sus logros al haber enfrentado un régimen opresor de las libertades en su país; pero que tampoco es tan malo por el hecho de haber llevado en un momento histórico a la toma de las armas.

Luego de las revelaciones de un artículo en El Espectador con evidente acento destructivo, no han faltados las voces de desprestigio y condenas hacia una persona que en un futuro quizá sea el mayor orgullo colombiano.

Tampoco se han hecho esperar los artículos de defensa pero que desafortunadamente en algunos casos se han presentado de manera desproporcionadas tratando de minimizar una cadena de errores cometidos por el profesor.

Lo cierto es que el profesor Raúl Cuero ha demostrado con suficientes pergaminos que se merece los reconocimientos y honores recibidos por su dedicación y trabajo en el mundo científico y profesional.

Evidentemente es un ejemplo del tesón de los colombianos, ejemplo para todos aquellos que pasan horas en una biblioteca o en un laboratorio de un colegio del municipio más apartado del país. Sin duda, sus inventos por sí solos son dignos de mitificar y de enorgullecer a todos los colombianos.

Pero como decimos coloquialmente, lo que el profesor Cuero hizo con la cabeza casi lo borra con los pies. Y digo casi porque no estoy de acuerdo con lo dicho en el artículo publicado por El Espectador, de que al reconocido inventor colombiano le haya pasado con al noni.

De ninguna manera, los resultados de sus inventos están lo suficientemente probados en la comunidad científica y sigue trabajando, no se detiene. Lo que sucede es que todos los profesionales tenemos un deber con la sociedad y muchas veces cometemos errores que está mal ocultarlos y de los que debemos asumir las consecuencias.

Para mi está claro que el profesor Cuero faltó al duodécimo mandamiento “no dar papaya” y mucho menos a una sociedad colombiana que opina y toma posición de acuerdo con lo que nos quieren mostrar los medios.

Sin embargo, como a Mandela, a Raúl Cuero el tiempo le dará la posibilidad de mostrar con gran decoro todos sus logros y los valiosos aportes para la humanidad.

La lección, entonces, es que los éxitos profesionales y más aún aquellos dirigidos a la sociedad no pueden engrosarse a base de mentiras. Se trata de que nuestra sociedad no pierda los mínimos morales, de decidir cuáles son los criterios de transparencia que estamos usando.