La juventud, inmersa en la alta tecnología, debe aprender modales de amabilidad, respeto y protocolo.

Por Karin Elena Venté Lerma, odontóloga. Especial para Color de Colombia

Expresiones como ‘buenos días’, ‘permiso’ y ‘pase usted’ ya no se escuchan. Las personas de ahora andan como los caballos: solo miran para el frente, decía mi abuela.

Y así es: las normas de educación y cortesía parece que se hubieran extinguido. Las personas, al pasar de los años, han perdido la amabilidad y sus maneras están por otros lados.

Es muy común ver escenas de jóvenes que van sentados en el bus con audífonos y aparatos de alta tecnología mientras las mujeres mayores o embarazadas van de pie rogando que alguien les ceda el puesto.

Se dice que los jóvenes del siglo XXI estamos preparados para enfrentar el mundo, con profesiones y posgrados. Ocupamos altos cargos, algunos ya somos empresarios, pero surge una pregunta:

¿De qué nos sirve tanta preparación académica, si cuando estamos en una reunión de almuerzo o trabajo no sabemos comportarnos en la mesa?

Muchos no sabemos cómo usar los cubiertos, dónde poner la servilleta, a quién se le sirve primero ni cómo ubicar a las personas con las que trataremos.

Como dijo un experto en protocolo: «Si quieres saber si un hombre o una mujer tiene buenos modales, invítala a comer, si no sabe comportarse, fuera de la mesa será peor».

La sociedad contemporánea promueve personas de mentes brillantes, pero sin modales.

Encontramos constantemente en el servicio público funcionarios que ni siquiera dan el saludo cuando nos acercamos a solicitar un servicio; aún peor, no levantan la mirada del computador ni escuchan lo que se les consulta.

¿Por qué se han perdido las normas de urbanidad que en tiempos pasados se plasmaron en el Manual de Carreño?

Algunos psicólogos afirman que ahora la gente vive tan apurada y estresada que no se detiene a pensar en el otro.

Pensamos que no necesitamos de los demás para vivir. Se pierden los buenos modales porque para que ellos puedan ser implementados, se necesita comprender que la persona que está a nuestro lado es esencial para nuestras vidas.

Las herramientas tecnológicas parecen grandes enemigas de la urbanidad. El uso de los computadores, tablets y celulares en la vida diaria interrumpen el sentarse a conversar con alguien. Estos aparatos no están al servicio de nosotros, sino a la inversa.

¿Será que tenemos que adaptarnos a este nuevo estilo de vida?

Opino que no. Es urgente preocuparnos por recuperar los buenos modales que se han perdido; hasta el simple hecho de decir “muchas gracias”; de pedir el favor; de decir ‘buenas tardes’ o ‘buenas noches’, hasta de preguntarle a los demás ‘¿cómo están?’, son palabras básicas que harían una sociedad mejor.

Cuando tratamos a las personas con amabilidad y respeto las estamos induciendo a que nos traten de la misma forma; este tipo de reglas debe de volver a los hogares, colegios y lugares de trabajo.