Chocoano plantea fórmula para que Margarita Rosa de Francisco vuelva a Capurganá, a donde dijo que no volvería ni «a bala’. 

Por Alexis Faruth Perea, abogado financiero. Especial para Color de Colombia

Imagine que es 1950 y un amigo le regala unas vacaciones en un paraje de Orlando (USA).Le cuenta que éste tiene cerca de 11.000 hectáreas para que las disfrute.

Cuando llega, encuentra que el sitio es un pantano infinito, horrible, lo pican mosquitos y dado que está en Florida, no puede descartar la aparición de algún cocodrilo. Empieza a odiar a su amigo: ¿cómo le hizo esto?

Diez años después, aquel amigo lo vuelve a invitar al mismo lugar, pero esta vez él va con su familia, a lo que responde: “¿a ese moridero?, jamás”.

Al regreso, le cuentan que fue un viaje inolvidable. ¡Solo ve sonrisas! Es un lugar mágico, ¡increíble!.

Se pregunta qué pasó; resulta que un inversor visionario vio en ese lodazal, que sus dueños vendieron desesperados despreciándolo, la oportunidad de crear un parque de diversiones donde la gente podría interactuar con su personajes infantiles, volviendo realidad el compartir aventuras con ellos.

El lugar fue bautizado DISNEY WORLD y actualmente es un producto poderoso de la compañía Walt Disney.

Hace días leí en la revista SOHO un artículo de la prestigiosa actriz y presentadora Margarita Rosa de Francisco, en el cual hacía referencia a una terrible experiencia que tuvo cuando fue a grabar su exitoso programa “El desafío” a Capurganá (Chocó).

En su columna, la “Mencha” se refiere a tal lugar como “despiadadas tierras”, donde la recibió un tiempo inclemente.

Afirma que desde su cuarto podía observar el mar que dice era más una bestia rugiendo y enseñando los dientes de unas olas de 4 metros.

Refiere que la fauna y la flora son “carnosas”, la selva espesa, que los sapos parecen tortugas; las ratas, perros; los insectos son corpulentos y hacen un ruido de motosierra.

Relata que los 62 interminables días estuvieron marcados por fallas en el fluido eléctrico, falta de acueducto y televisión, y hasta por un murciélago descuartizado en su cama de hotel.

Finalmente, la autora, una de las actrices más queridas del país, y a quien respetamos y admiramos por lo bien que siempre lo ha hecho quedar gracias a su inmenso talento y trabajo, indica que no tiene duda de que a Capurganá no va a volver “ni a bala”, y que le hizo «delete» a tan “encomiable y patriotero lugar turístico”.

Sin duda, debemos empezar por resaltar que la columna de la actriz, se caracteriza por ser agradable, bien escrita y muy amena. ¡Recomendable a todas luces!

Además, es claro que como consumidora “La Mencha” tiene todo el derecho a opinar sobre sus preferencias y estimaciones, y que como a toda persona sus opiniones deben ser respetadas por los demás, así piensen distinto o incluso puedan sentirse molestos por ellas.

Pese a lo anterior, es claro que lo dicho en tal artículo, lejos de ser ofensivo o de mal gusto, muestra que en muchas ocasiones los colombianos nos parecemos mucho a los terratenientes que vendieron sus feudos a Disney; en general, pareciera que nos falta un poco de visión y que no vemos nuestras ventajas.

No dudo que Capurganá tenga falencias o que el relato sea 100% real; sin embargo, el mismo envuelve algo importante: “un mercado por desarrollar”.

Como en el caso de Disney, solo falta visión para convertir a este lugar que se describe casi despreciable en uno de los mayores destinos turísticos del mundo.

Se imagina ir a una tierra donde pueda ver horas de lluvia; fotografiar olas inmensas; ver en vivo especies animales y vegetales que no encuentra en otras partes por su tamaño y contextura, y todo en un sitio paradisíaco en donde puede descansar lejos de los trancones o la polución de la ciudad.

Pues, visto así, es evidente que solo faltan inversores con el genio del creador de Mikey Mouse para que todos quieran ir a esas “despiadadas tierras”.

Lo planteado no es una simple ilusión o efecto dotación (valorar algo en mayor medida solo porque uno lo tiene), pues estas grandes transformaciones suelen ocurrir con cierta frecuencia en distintas partes.

Un ejemplo de ello es Singapur, conocida ciudad–estado, que hasta la llegada al poder de su líder Lee Kuan Yu, era una tierra pobre e insignificante, pero una vez establecidas las políticas de este “soñador”, logró convertirse en una economía con un modelo de desarrollo admirable, haciendo uso de su único recurso: su “gente”.

En Guatemala, en un gran basurero con el que no se sabía qué hacer, unos visionarios liderados por el desparecido Manuel Ayau, construyeron la Universidad Francisco Marroquín, conocida como “la casa de la libertad”, que cuenta con instalaciones y un campus que cualquier universidad del país quisiera tener.

Así, los colombianos debemos dejar de ver problemas y quejarnos por lo que no hay; en su lugar deberíamos, y en esto las figuras públicas juegan un papel importante, promocionar nuestras ventajas a fin de que cada metro de nuestro país sea tierra deseable para la inversión.

Ello generaría externalidades positivas que permitirán mejorar la economía de aquellos lugares que como Capurganá parecen haber sido olvidados por el Estado y por el mercado, pero que con algo de visión y publicidad positiva podrían tener su propio milagro económico, simplemente aprovechando su gente y los recursos que la naturaleza les dio.