Inesperado resultado en debate ciudadano en el Congreso de la República
Los lemas de la convocatoria no dejaban dudas. «Los derechos de los afro ¡se respetan!» y «No al robo de las curules afro». Los líderes sociales y excongresistas anunciados como oradores sustentaban los lemas.
A las 9:21 de la mañana el maestro de ceremonia, Otoniel Umaña, presentador de noticias de Canal Capital, comenzó. Leyó el propósito de la audiencia y la agenda. Y se desató la rebelión que cambió lo previsible.
Casi la mitad del auditorio protestó por el listado de oradores. Querían a sus voceros en el orden del día. La mitad del auditorio eran partidarios de los congresistas impugnados, María del Socorro Bustamente y Moisés Orozco.
Partidarios negros de los denominados usurpadores de las dos curules afro, aquí llamados ayer, más humorísticamente, ‘colados’. Sus carteles sugerían que no les robaran las curules.
Duró 25 minutos la negociación del orden de oradores, mientras algunos rogaban que el Canal del Congreso no estuviera transmitiendo.
Consiguieron, básicamente, un orador de ustedes, otro de nosotros, casi la paridad, corriendo el turno de los académicos.
Angélica Lozano pudo entonces instalar la audiencia, la primera como primípara del Congreso. Haciendo gala de calma, sin denotar sorpresa, dijo cosas importantes, salpicadas de aclaraciones que el ambiente le dictó necesarias.
«No hay que ser negro ni desplazado para apoyar sus causas. Soy una aliada solidaria, y no me voy a declarar afro».
Resaltó las sillas vacías de representantes del gobierno, trajo a cuento la idea hispanista de Laureano Gómez sobre la nacionalidad colombiana, pero lo que se imponía era el micrófono para los líderes sociales.
Lo que ha parecido desde los medios como una manipulación de gente negra por unos políticos mestizos, iba a ponerse a prueba.
Una parte del público, incluidos dos de Fundación Color de Colombia como observadores desprevenidos, no sabía el ‘bando’ de los oradores anunciados.
Y arrancó Luz Ayda Ibarra Ibarra. Consultiva de alto nivel del Putumayo y con bastantes cargos de liderazgo comunitario. Una negra combativa a la que cualquiera quisiera tener de su lado.
Ella soltó los caballos de batalla de una mitad del auditorio: «Me siento representada. Veo a ganadores y a perdedores de las elecciones. No al oportunismo de los perdedores».
E insinuó que su apellido Ibarra era de los mismos de María del Socorro Bustamente Ibarra. Ese primer penalti fue bien ejecutado.
Le siguieron dos pesos pesados en contra luego de la intervención del Polo Democrático. Piedad Córdoba y Juan de Dios Mosquera, que en medio de sus discursos de gran alcance dijeron una frase clave para la defensa de los ‘usurpadores’.
«No se trata del color de la piel» (Piedad). «Hay afros de piel blanca» (Juan de Dios). Más adelante, Ray Charrupí diría lo mismo («un blanco nos puede representar»).
La pregunta obvia en el recinto era: si es así, ¿cuál es el problema con estos ‘mestizos’?
Ray respondió con claridad: «Que nunca le han dado golpe a la tierra por los afros» (y que cometieron una serie de ilegalidades, quiso mostrar entre chiflidos).
Pero Idalmy Minotta, reconocida líder del movimiento afro, estaba afilada, como siempre. Tuvo a bien llamar a muchos hipócritas y explicar por qué.
«La única del ‘proceso’ (afro) en estas curules ha sido Zulia (Mena). Hipócritas. Si palenqueros dicen que María del Socorro sí pertenece (al proceso), ¿qué vamos a hacer?».
Nada en ese punto, asentía una estudiante de derecho de la Universidad Libre. «Hacia el futuro se pueden cambiar las reglas para que personas como ellos no puedan aspirar a estas curules, pero hacia el futuro».
«La ley es clara con los requisitos. Se cumplieron», anotó el exconcejal de Cali Edinson Bioscar Ruiz, antes de lanzar dos reclamos efectistas con algún sentido.
«Cuando le quitaron la curul a la negra Mercedes Maturana, del Partido Verde, ¿dónde estaban ustedes?
«Los que cobran por el aval para becas (a veces a mestizos), se aprovechan de otros negros». En respuesta al calificativo de traidores arrojado por Juan de Dios Mosquera.
A esta altura de la discusión, para un analista desapasionado, solamente quedan las denuncias de ilegalidades en el cumplimiento de requisitos de inscripción que hace Ray Charrupí, de Chao Racismo.
Y es válido conseguir por el resquicio legal lo que no se puede por el ámbito constitucional.
A la 1:30 de la tarde, cuando terminó formalmente la audiencia, con conclusiones que no se referían al «robo de las curules», ya no estaba el que tenía razones para ser el más mortificado con el rumbo de la discusión.
El académico César Rodríguez Garavito, de la Universidad de los Andes, lo dijo de varios modos:
«El color sí importa», y Piedad, Juan de Dios y Ray diciendo que no.
«Este es un debate sobre el futuro de la lucha contra la discriminación», y todos pensando en las curules nada más.
«Si no conectamos la discusión con el color, se pone en riesgo todo, hasta la causa indígena», dramatizó.
Ha debido teatralizar un poco más. Sacar una pistola parecida a una de verdad, y decir «ustedes están haciendo esto», y pegarse un ‘tiro’ en el pie, que sonara.
Habría estado acorde con algunos momentos de la audiencia.[DMV]