Del fastidio a la oportunidad de negocios en mercados competitivos. 

Por Alexis Faruth Perea Sánchez, director de Perea & Vélez Abogados. Especial para Color de Colombia.

Imagínese que va a comprar una muñeca para regalarle a una sobrina. Pregunta en distintos sitios por una Barbie negra y para su sorpresa se entera de que en el mercado local no la hay.

Ante esto, se indigna, estima que es una conducta discriminatoria. Al fin y al cabo: ¿por qué no venden barbies negras? ¿Acaso los negros no tienen derecho a tener sus barbies?

Pese a lo anterior, cuando va a presentar su queja reflexiona y se pregunta: ¿Cuántos padres no estarán en esta misma situación? ¿No estarían dispuestos a pagar por un producto así? ¿No haría más felices a las niñas negras el tener una muñeca con la que se identifiquen que una queja que quizá nadie lea?

Pues bien: esto ocurrió hace 7 años con el nigeriano Taofick Okoya, quien al buscar en el mercado y no encontrar una Barbie negra decidió crear una empresa en la que fabrica las llamadas “Reinas de África”, que además visten ropa africana.

Gracias a esto vende en la actualidad casi 10.000 unidades mensuales en su país y se convirtió en una sensación en 2014 en África.

El ejemplo de Okoya es valorable. Casi siempre que alguien se queja de conductas racistas en el mercado ignora que en realidad está en un proceso de descubrimiento, ante una oportunidad de incursionar en el mercado satisfaciendo una necesidad existente, por lo cual otros le pagarán.

La lucha contra el racismo es importante, ya que este es intolerable con independencia del victimario o la víctima. Algunos expertos lo clasifican en interétnico (cuando es por ejemplo entre blancos y negros) y endorracismo (cuando se da entre miembros de la misma etnia); otros, a mi juicio exagerados, agregan clasificaciones como la del racismo geográfico, estructural o ambiental, que no explicaremos.

En países como Colombia, donde según el censo de 2005 el 11% de las personas son negras y el 3% son indígenas, el racismo viene en no pocas ocasiones marcado de estigmas como la pobreza, la marginalidad y el bajo nivel educativo, lo que hace que ante el imaginario de la mayoría, las personas pertenecientes a ciertos grupos étnicos puedan considerarse casi inhábiles cuando no indignos para ocupar ciertas posiciones, como por ejemplo, los relacionados con altos cargos estatales.

El racismo es una conducta negativa, legal y económicamente. Legalmente, es considerada delito en Colombia, con lo que el racista se enfrentaría a un proceso judicial en el que puede ser condenado.

Desde el punto de vista económico, en términos de Gary Becker, es ineficiente dado que se desperdician valiosos recursos. Es una conducta costosa que hace que en el largo plazo los mercados castiguen a los racistas, pues por ejemplo, no contratar personas de raza negra mejor calificadas solo por su color de piel llevará a que el empleador contrate de forma más cara, pues contrataría mano de obra menos efectiva.

Igualmente, la discriminación racial es una mala estrategia competitiva, pues muchos consumidores no querrán comprar productos fabricados por empresas que tengan éste tipo de prejuicios; además, los miembros de estos grupos racionalmente tampoco querrán en su gran mayoría adquirirlos, con lo que la firma racista deja de ganar cuotas de mercado y por lo tanto ingresos.

Es claro que, en mercados competitivos, esta conducta se puede convertir en una oportunidad de negocio, pues habiendo clientes insatisfechos con lo que se ofrece se abre la posibilidad de satisfacer dichas necesidades y hacerse a los recursos que los consumidores están dispuestos a pagar por tal logro.

Creo que el próximo paso en la lucha contra el racismo de la mano de ONGs y otras entidades dedicadas al tema, se debe dar en el mercado, mediante el suministro de información de empresas racistas, a fin de que por un lado, los consumidores las identifiquen y si no comparten sus políticas dejen de adquirir sus productos, forzándolas a cambiar tal posición; y por el otro, para que sean más fácilmente identificables las oportunidades para los que deseen hacerse a esos nichos de mercado, como en el pasado lo hiciera Marcus Garvey y sus periódicos para negros, o como lo hace actualmente Okoya y sus reinas de África.