Damnificadas 6000 familias de pescadores, 2500 familias de piangueras y 500 familias camaroneras y piscícolas.
Por Karen Tatiana Betancourt R., gerente del Pacífico de la gobernación de Nariño. Especial para Color de Colombia.
El atentado contra el oleoducto trasandino que causó el derrame de los 410 mil galones de crudo sobre el río Mira generó graves consecuencias ambientales, pero también grandes perjuicios en la economía de los pescadores y acuicultores.
Hoy nuestras mujeres piangueras miran con tristeza y desesperanza su fuente de sustento: el manglar. Se preguntan cómo harán para llevar el pan a sus familias.
El pescador posa su mirada sobre el Océano Pacífico y observa cómo los peces revolotean y luchan tratando de conseguir oxigeno hasta que mueren.
Un panorama igual de desolador tienen nuestros camaronicultores, quienes años atrás se vieron afectados por la enfermedad de la mancha blanca y cuando empezaban a recuperarse gracias a sus enormes esfuerzos, incluido el apoyo de Contrato Plan Nariño, su actividad está en riesgo nuevamente, ya que las piscinas donde se cultiva el camarón necesitan recambio de agua al igual que la semilla o nauplios.
Y nuestras peladoras de camarón, mujeres madres cabeza de hogar en su mayoría, algunas en condición de desplazamiento, se suman a esta angustia. Otro tanto de temor tienen nuestros cultivadores de peces, pues el agua es la fuente vital para el desarrollo de su actividad.
Pero esto no es todo, pues el manglar es la fuente de vida y salacuna de muchas especies y alevinos, así como el territorio donde se desarrollan actividades cocoteras.
Los productores de Tumaco hoy no solo deben combatir con las plagas de sus cultivos, sino con la acción desmedida de los humanos.
6000 familias de pescadores, 2500 familias de piangueras, 500 familias camaroneras y piscícolas, 3500 familias de cocoteros de Salahonda y Tumaco se suman a la lista de damnificados por esta acción que constituye una verdadera tragedia.
En la zona urbana de Tumaco, la situación es preocupante. A pesar de los grandes esfuerzos de nuestras autoridades y organismos de apoyo, la captación de agua y distribución de la misma no ha sido una tarea fácil.
150 mil personas sin agua en todo el municipio. Los moradores de los barrios se desesperan al no tener el líquido vital y proceden al cierre de vías.
En general, esta situación ha sido de las cosas más difíciles que le ha tocado afrontar a nuestra tierra, que sumado a otras graves consecuencias del conflicto armado, hoy nos hacen gritar: ¡Basta Ya!