En vez de ‘hacer pataleta’ frente al Petronio, el puerto debería rescatar su propio Festival, que es más antiguo, dice intelectual de la ciudad.
En Buenaventura está sucediendo como en los países que tienen muchos problemas internos, y que, para distraer la atención, declaran una guerra al país vecino.
Entonces tratan de unir a la gente invocando el amor patrio y aparecen palabras como “unidad”, “respeto”, “igualdad”, se invocan los próceres y la historia, y en fin, chovinismos por el estilo.
En un video que aparece en Youtube, y que circula por las redes sociales, los músicos de Buenaventura exponen en modo combativo y ardoroso, los motivos por los cuales no asistirán este año al Petronio.
Por supuesto, los músicos de Buenaventura están en todo su derecho a disentir del reglamento del Festival, y decidir si van o no. Lo que no parece plausible es el modo como lo están haciendo y el problema de fondo que esta protesta oculta.
No es a través del boicot y de actos infantiles como hacerle un tachón al afiche e imprimirlo en camisetas, como van a lograr ser escuchados; mucho menos con pataletas de última hora frente a las cámaras. Van a necesitar un poco más que eso. Quizá, empezar a mirar hacia adentro.
En medio de todo resulta alentador que hayan cambiado de discurso, pues durante mucho tiempo manejaron el estribillo, también infantil, de por qué Petronio no se hace en Buenaventura.
Por lo que los músicos de Buenaventura deberían estar protestando, y sobre lo cual no han dicho ni mú, es por el estado de postración en que se encuentra el Festival Folclórico del Pacífico. Llevan dos años sin hacerlo.
El Festival Folclórico del Pacífico fue creado en 1964 por el poeta Helcías Martán Góngora, y ha realizado más de 30 versiones. Pero, ¿por qué es un acontecimiento intrascendente, prácticamente desconocido en el concierto nacional de los grandes eventos, ni siquiera a la altura de un San Pacho en Quibdó, o un Blancos y Negros en Pasto?
Eso para no hablar de un evento tan hermoso como Cantores de Río, que es casi tan antiguo como el Petronio, pero prácticamente anónimo en el país. Yo diría que la torpeza, la incapacidad y la falta de visión de la dirigencia política y cultural del puerto, y el silencio de nosotros, los actores culturales, han conspirado siempre contra el Festival.
Teniendo toda la autonomía como ente territorial, el presupuesto y la potencia cultural para convertir el Festival Folclórico en la otra gran alternativa para los afros del Pacífico, prefieren venir a hacer pataleta a la Secretaría de Cultura de Santiago de Cali, a llorar a las puertas del Petronio.
Perdónenme, pero eso sí es falta de dignidad, de amor propio, de perrenque.