A escasos tres meses de su realización, se mantienen las preocupaciones sobre su identidad y su producción.

Por Jorge Idárraga* y Daniel Mera Villamizar**.

Para quienes el posicionamiento nacional de Buenaventura es impensable sin una oferta cultural estructurada, resulta clave lo que se haga con el Festival Folclórico del Pacífico y con Cantores de Río, sin olvidar otros eventos. (Ver Marketing cultural de Buenaventura)

Es una discusión que se planteó el año pasado y que trasciende las administraciones de turno. De hecho, tiene el horizonte de los 500 años de la ciudad en el 2040.

El Comité temporal de Amigos del Festival que abogó por su reanudación luego de dos años de interrupción y los tres coloquios de ciudad en torno a la cultura (1, 2 y 3) fueron un aporte desde la sociedad civil como insumos para elaborar una política cultural.

Se señalan las fallas con el ánimo de contribuir a que el manejo de los grandes eventos culturales tenga un nivel de ciudad. La crítica es necesaria en cualquier proceso. Así, es inevitable anotar hoy que “le cogió la noche” a la versión de 2017.

A estas alturas, el año pasado el Festival ya había sido convocado. Información extra-oficial apunta a que este año se realizará del 26 al 30 de julio, sin coincidir con las Fiestas Patronales, lo que evitaría la polémica de 2016 al respecto.

Lo cierto es que al momento no hay fecha de lanzamiento, no hay afiche, no hay programación, no hay publicidad. Es decir, al parecer en 2017 no se vencerá la tendencia inveterada de “organizar a las volandas“.  (Ver Vuelve (con las mismas) el Festival Folclórico del Pacífico en Buenaventura)

Ante la falta de un balance oficial, no es posible saber qué lecciones se tomaron de 2016 para no repetir fallas como la producción poco profesional de las tarimas, el incumplimiento de los anuncios del concurso de bailes por parejas y de los bohíos de emprendimiento, o el reinado Señorita Litoral que está lejos de ser algo de mostrar en el escenario nacional.

Tampoco sabemos si la administración distrital se ha propuesto una política de transparencia para erradicar los siempre presentes rumores sobre sesgo político en la selección de grupos artísticos participantes y prácticas presupuestales opacas, para decirlo suavemente.

Son estas falencias las que inhiben un apoyo robusto del sector privado y, por supuesto, estancan el Festival en una calidad que no se merece la ciudad.

Como se ha insistido, en un horizonte ambicioso de largo plazo, la dirigencia debe tomar decisiones más estructurales sobre la capacidad institucional del sector cultural, que permita una mejor organización de los eventos y procesos de la agenda cultural de la ciudad, no solo del Festival.

Es en un marco de cambio en el que discusiones sobre la identidad del Festival, si feria o festival folclórico, adquirirán más sentido, para apuntar a la meta de inscribir a Buenaventura en el circuito cultural nacional.

En ese momento, el déjà vu de hacer Cantores de Río un mes después del Festival no parecerá buena idea en una agenda cultural de ciudad, y a un evento como Ola Ventura de la gobernación se le pedirá que sea una plataforma permanente más que un evento.  (Ver también ‘Ola’, ¿y el liderazgo de Buenaventura?)

*Fotógrafo y periodista
** Director ejecutivo de la Fundación Color de Colombia y columnista de El Espectador