Crónica de un participante del Campo de Verano de Pilos del Pacífico 2032 sobre la visita al secretario general de la Constituyente de 1991.
Por: Leonardo Chantre, estudiante de derecho de la Universidad Javeriana de Cali. Especial para Color de Colombia.
Desperté a las 5:23 a.m. aquella mañana del sábado 15 de junio con un clima de 9°C en la ciudad de Bogotá. Me levanté, me dirigí al baño y me duché pensando en qué tanto haríamos ese día mis compañeros de los Pilos del Pacífico y yo. Me hacía dicha pregunta porque no estaba pendiente de la agenda, solo vivía cada día como si fuera el último de esta maravillosa experiencia.
Salí del baño, procedí a vestirme, así que me puse un jean, botas y mi camiseta blanca de Pilos del Pacífico 2032; fui al comedor y desayuné huevos revueltos con arepa. Terminé mi desayuno, me cepillé, me peiné y me senté en la sala a consultar las noticias hasta que mis compañeros estuvieron listos.
A las 7: 00 a.m nos recogió el bus. Íbamos hacia Cajicá, a la sede principal de Alquería. Allí nos atendió el mismísimo gerente de planta, Jorge Guzmán, de quien aprendimos mucho. Llegamos antes de las 9:00 a.m. y el recorrido empezaba a las 9:30 a.m; no obstante, nos recibieron y empezamos la charla cuando llegamos. Es una gran empresa, por donde mirábamos había zonas verdes y a pocos metros de la planta se visualizaba la montaña. El recorrido fue interesante, lo terminamos a las 1:00 pm; estábamos hambrientos, pero conocer dicho lugar valió realmente la pena, ya que fue una experiencia muy enriquecedora.
Nos dirigimos a almorzar a un restaurante cercano y después compramos un pastel de cumpleaños. Al principio no entendía la razón hasta que, minutos después, Daniel, quien era el director del campamento nos dijo: -Vamos a visitar a Jacobo Pérez Escobar por su cumpleaños número 94.
Yo ya me preguntaba quién era Jacobo Pérez Escobar, pero Daniel nos empezó hablar de él, y resultó siendo nada menos que el Secretario General de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991; un tratadista de derecho constitucional reconocido, con cuyos libros me había ilustrado para pasar la materia de Derecho Constitucional II en la universidad, asignatura que no comprendía muy bien, pero que gracias a los textos de Jacobo pude sacar adelante. Era aquel personaje tan importante para nuestro país y para mi carrera en especial, del que tanto se habla, pero que pocos teníamos el privilegio de conocer.
Eran alrededor de las 2 o 3 de la tarde cuando abordamos una Van y fuimos camino a Chía, pues ahí vive Jacobo en un conjunto residencial. Entramos a este y al salir del carro nos recibe un sol impresionante. ¡Era casi como estar en Cali! Pasamos por las diferentes casas hasta que nos detuvimos en una en la que estaba un señor que se veía de edad avanzada. Era Jacobo Pérez Escobar. Así que entramos a su casa, nos dio una afectiva bienvenida como si todos fuéramos sus nietos. Lo saludé y no podía creer que tenía 94 años, tal vez solo 94 en números porque en realidad no aparentaba esa edad, ya que emanaba más juventud que cualquiera de nosotros. Se reía sin dificultad y, sin duda alguna, tenía una mejor memoria que cualquiera de los que estábamos presentes.
Jacobo nos habló sobre su labor como Secretario General de la Constituyente del 91, sobre sus tiempos de estudiante y, también, sobre cómo fue ser compañero de Gabriel García Márquez. Pero el momento más emotivo de la visita fue cantarle su cumpleaños y verlo soplar las velas y pedir su deseo.
Fue un momento lleno de risas, debido a que él soplaba y soplaba pero la vela no se apagaba y pasó en un momento que solo mi compañera y yo percibimos, y fue cuando Jacobo se apoyó en nuestros brazos para levantarse y soplar de una vez por todas la llama de la vela que se resistía a ser apagada. Jacobo se sujetó tan fuerte de nosotros que partió la base del pastel. No obstante, fue el mejor momento para mí porque Jacobo se vio como una persona llena de vida.
Para finalizar la visita, nos obsequió a todos un ejemplar de su libro llamado Aracataca, Terruño de mi condiscípulo Gabriel García Márquez y seguidamente los autografió. Además, a los tres estudiantes de Derecho que estábamos, nos regaló el facsímil del texto original de la Constitución Política de Colombia.
Así, después de la entrega de libros, nos despedimos de Jacobo con un emotivo abrazo y con la promesa de que volveríamos a visitarlo. Procedimos a dirigirnos al apartamento del profesor Roberto Zarama, inspirador de Ser Pilo Paga en Bogotá, y de camino solo pensaba que la experiencia de conocer a Jacobo Pérez Escobar iba a quedar en mi memoria para siempre.