El experto en minería y medio ambiente sostiene un punto de vista agudo sobre la problemática de la minería en el Chocó. Pocos como él se atreven a explicar las fallas de la institucionalidad y de líderes de las comunidades y el lavado de activos.

Darío Cújar argumenta que la solución para la contaminación por mercurio en el río Quito no es acabar la minería, pues tendrían que pasar millones de años para que la cuenca recupere su estado natural.

En cambio, propone utilizar dragas modernas para dragar el río hasta el nivel de basamento, remover los sedimentos y retirar el mercurio que causa la contaminación; e implementar una actividad minera responsable, controlada y sin mercurio.

Dice que aunque ha faltado regulación por parte del Estado, algunos líderes de las comunidades también tienen incidencia al autorizar a los mineros para que exploten el territorio.

Chocoano, ingeniero de Minas y Metalurgia de la Universidad Nacional, sede Medellín.

Especialista en Gerencia de Recursos Naturales, exdirector de la División Técnica de la empresa Metales Preciosos del Chocó (antes Chocó Pacífico), exdirector de la Regional de Minas de Quibdó (Minminas), expresidente del Concejo de Quibdó, exsubdirector de Calidad Ambiental de CODECHOCÓ, asesor y consultor en minería y medio Ambiente.

Esta entrevista está basada en la intervención que hizo el experto en el evento virtual de la Mesa Étnica del Chocó Biogeográfico, revisada por él.

¿Qué afectaciones ha generado la minería en el cauce del río Quito?

El río Quito realmente tiene un problema grave de contaminación mercurial. Además, la actividad minera está causando la pérdida del suelo, un problema que casi no ha sido visibilizado en la minería.

El suelo en las zonas mineras de la cuenca del río Quito fue totalmente destruido. Para recuperar ese suelo tendrán que pasar millones de años, los mismos que se demoró la naturaleza en conformar la cuenca.

¿Cómo descontaminar?

El problema de contaminación está en los sedimentos activos con presencia de mercurio, que hacen que la contaminación se vaya desplazando y, de seguro, en un futuro llegará a las desembocaduras del río Atrato.

En esa condición, la minería es el vehículo para la descontaminación, así suene paradójico. Piden aislar la minería, pero si no hay minería, ¿cómo se saca el sedimento? El sedimento precisamente hay que sacarlo dragando nuevamente el río.

Siempre se dice que la minería es la responsable porque hay unas máquinas que llaman dragones, que son dragas de succión que están moviendo tierra y extrayendo oro y como extraen mineral, en el imaginario colectivo, eso es minería.

Pero eso no es minería porque la minería parte de la geología de identificar que existe un mineral en cantidades necesarias para explotarlo de manera técnica, dejando beneficios económicos y propiciando que su última etapa, que es el cierre minero, garantice que las zonas explotadas queden en condiciones adecuadas para que se desarrollen otras actividades productivas, el turismo o bien, restaurar el ambiente que se encontró.

¿La comunidad que vive en el territorio tiene alguna responsabilidad en estos impactos de la minería o quiénes serían los responsables?

La minería en esta zona empezó antes del 2000, más o menos entre 1995 o 1994. Después del 2004, en la zona del Bajo Cauca antioqueño en un amparo administrativo de la empresa Mineros, se paralizó la explotación que desarrollaban los dragueros, 20 en total y muchos de ellos se vinieron para el río Quito.

Nadie les puso problema, simplemente entraron e hicieron acuerdos con la comunidad.

Casi siempre evadimos la pregunta sobre cuál es la responsabilidad de la comunidad. Decimos que no es responsable, pero creo que sí tiene una corresponsabilidad en el estado de la cuenca del Río Quito porque el territorio colectivo les pertenece, tienen delimitada la zona minera de comunidad negra que les da prelación sobre los títulos mineros y son los que al final autorizan a través de la junta directiva o representante legal del consejo la explotación.

No hablo de toda la comunidad, sino de personas que en determinado momento tenían la dirección del consejo comunitario e hicieron acuerdos económicos para que se hiciera la explotación. Fue un pago bastante alto, no para la comunidad sino para algunos dirigentes. El resultado es que ahora tenemos una cuenca totalmente destruida debido a que primó el recurso económico sobre la preservación del medio ambiente.

En ese problema del río hay una responsabilidad grande de las instituciones, especialmente de la institucionalidad ambiental en el Chocó y la institucionalidad minera, que simplemente dice “yo me encargo de lo legal, alcaldes y el resto encárguense de lo ilegal”, pero en realidad la norma establece que el responsable del recurso minero es el Ministerio de Minas, que debe responder no solamente por lo legal, sino también por lo ilegal y los conflictos.

El Ministerio de Minas siempre le ha pasado la pelota los alcaldes diciendo que la minería ilegal no le compete, pero ¿por qué no si son los administradores del recurso minero?

¿Qué hacer para recuperar la cuenca?

Reconformar el río implica recuperar una cuenca que está totalmente deteriorada y con un cauce perdido. Quien no haya ido hace mucho tiempo a Paimadó se puede perder mientras sube. Es necesario hacer minería porque los costos de volver a reconformar el río y solucionar el pasivo ambiental es bastante alto, no creo que el Estado disponga de los recursos para realizar los trabajos de dragado para reconformar la cuenca.

Alguien podría preguntarse por qué trabajar una cuenca que ya se dragó. Simplemente porque se dragó de forma antitécnica y sin considerar la geología, la exploración. El río tiene mucho potencial minero que se podría aprovechar para poder restaurarlo y a la par poder sacar el mercurio con equipos de recuperación gravimétrica.

Ahora se utilizan otras técnicas en minería, técnicas modernas de concentración de minerales, pero nosotros lastimosamente todavía estamos en el siglo XIX utilizando canalones y mercurio, que hace 70 años no se utiliza en minería.

Tenemos que volver a reconformar ese río cuyo cauce fue totalmente destruido. Se han hecho campañas de reforestación, pero ¿cuál es la estabilización de una campaña de reforestación en una cuenca aluvial, en una cuenca sedimentaria donde el río va a decidir qué dirección tomar?

¿Servirá la reforestación?

Es muy probable que todas las campañas de reforestación que hicieron no van a servir para nada porque el río en su divagación simplemente se va a comer lo que él quiera, hasta recuperar el equilibrio que tenía antes de que fuera impactado.

El río Quito está en unas condiciones bastante graves, hay miles de hectáreas que han sido degradadas. Hay contaminación mercurial y todo mundo dice “hay que descontaminar”, las autoridades dicen que hay que prohibir la minería, pero ¿cómo se saca el mercurio sin hacer dragado?

En eso hay que profundizar para ver si realmente la solución es prohibir la minería o aprovecharla para solucionar el problema con una minería técnica, que se haga respetando y recuperando el medio ambiente. La única opción es reconformar el río y hacer las obras de reforestación para que sus cuencas se estabilicen.

Creemos que la única opción que tenemos es destruir esas dragas y retroexcavadoras, cuando esas máquinas sencillamente podrían servir en una etapa posterior para poder ir recuperando esa cuenca.

¿Cuál es el contexto de la minería en el Chocó? Se dice que buena parte es foco de lavado de activos…

Son preocupantes las acciones que se han desarrollado en el río Quito. Si uno sube allá todavía encontrará bastantes dragas trabajando. Aún hay acuerdos con las comunidades, con los consejos comunitarios, porque precisamente lo que llevó a que la Agencia Nacional de Minería caducará el título minero otorgado al Consejo Comunitario de Paimadó, fue que, estando apenas en etapa de exploración, el consejo comunitario firmó unos acuerdos con unos mineros.

Buena parte de esos mineros venían del interior del país, pero otra gran parte venía del Río Madeira de Brasil, de donde los expulsó el gobierno brasilero por los daños que estaban haciendo; pero nosotros permitimos que estuvieran aquí.

Tenemos a unos brasileños que simplemente llegan, trabajan, se van y nadie les dice nada. Cuando se hacen operativos todo mundo sabe con antelación. Ellos tienen sus técnicas para evitar sanciones: sumergen las dragas, les sacan los motores, el equipo hidráulico y luego simplemente las reflotan, las arman y vuelven a trabajar.

Es un juego perverso donde tiene que ver mucho no solamente la institucionalidad del Chocó, sino la institucionalidad a nivel nacional.

En la minería hay unas cuestiones que lastimosamente aquí pasan y nadie le pone cuidado. La minería se ha convertido en un foco de lavado de activos impresionante. En el Chocó yo diría que se han lavado miles de millones de pesos en los últimos 9 años.

Esa plata se lavó y se sigue lavando cada año utilizando los barequeros, gente que simplemente está esperando a que los llamen para soportar unas ventas de oro con las que ellos no tienen nada que ver.

Cuando le estalle en la mano al Gobierno nacional, se darán cuenta que mucha gente que está en el Sisben tiene ingresos en el año de 70 u 80 millones de pesos por haber vendido casi una libra de oro, entonces dicen: “bueno, ¿esta gente por qué con esos ingresos está en el Sisbén?”.

Pasa que a ellos simplemente los utilizan para vender y les pagan $500 mil o $200 mil. No tienen ingresos, pero están en el tren de lavado de activos que es bastante impresionante y preocupante en el Chocó.

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Editó: Juan David Morales, jefe de redacción de la plataforma de comunicaciones de Color de Colombia

***Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 3: Mercados inclusivos y desarrollo sostenible. Iniciativa: Promoción de consensos estratégicos para el desarrollo sostenible. Proyecto: Chocó piensa en grande.