El secretario general de la Asamblea Constituyente de 1991 publicó opúsculo La farsa del Capitolio Nacional, donde muestra cómo la prensa escrita registró que la Constitución se proclamó sin un texto final y su verdadero alumbramiento.

Jacobo Pérez Escobar cumple años el 4 de junio, y a sus 96 años sigue activo física e intelectualmente.

A un mes de los 30 años de la Carta Magna, el jurista recuerda esta historia poco conocida sobre su promulgación, que se firmó sobre hojas en blanco, de la cual fue coprotagonista.

En el opúsculo, Jacobo Pérez Escobar relata cómo fue el acto de proclamación en el salón Boyacá del Capitolio Nacional el día 4 de Julio de 1991.

«Los invitados especiales fueron el Presidente de la República, César Gaviria Trujillo, y su señora, y como era de protocolo ocuparon puestos en la mesa que había en la tarima.

Los restantes tres puestos de dicha mesa los ocuparían los presidentes de la Asamblea Constituyente, quienes en el inicio de la reunión se encontraban de pie en semicírculo frente a una pequeñísima mesa. Allí estaba el tesoro.

Los otros invitados eran los ministros, magistrados de la Corte Suprema, consejeros de Estado, procurador general, embajadores, delegatarios y periodistas, quienes tenían sus puestos reservados.

Había una pequeñísima mesa en la cual estaba un bloc de papel en blanco y encima había tres hojas con los nombres de los delegatarios de la Asamblea, del Presidente de la República, quien firmaría como testigo, y el del secretario general de la constituyente después de los nombres del trío presidencial, cuya firma seguramente un mensajero la recogería, como lo intentaron después (esta es otra historia, que ha contado muy bien Humberto de la Calle).

Antes del acto principal, como se informó el domingo 7 de julio, hubo un “show, con música y coros celestiales y gran despliegue de 15 cámaras de televisión”.

Concluido lo anterior, de pie el trío presidencial en coro y de manera sonora dijeron: “Aclamamos la Constitución de 1991”.

Después un ujier fue llamando uno por uno a los delegatarios y los acompañaba a la mesita en la que se suponía estaba el “único y final” texto de la Constitución aprobado por la Asamblea, pero lo que había era un bloque de papel en blanco con los nombres de los delegatarios.

Todos firmaron, salvo Alberto Zalamea, quien fue el único de los 74 constituyentes que no concurrió al Salón Boyacá del Capitolio Nacional.

Según informó El Tiempo en su edición del sábado 6 de julio de 1991, “el constituyente Alberto Zalamea ayer nos reveló que el jueves en la mañana se firmó sobre cerca de 100 folios en blanco, como si se tratara de ejemplares de la nueva Constitución”.

Jacobo Pérez Escobar nació en Aracataca, Magdalena. Su paisano Gabriel García Márquez lo llamó “mi condiscípulo eterno”, en agradecimiento a que Jacobo le prestaba sus apuntes de clase en derecho en la Nacional.

Jacobo, que terminaría con un promedio acumulado de 4.9, imbatido hasta el momento, se hacía en primera fila, mientras Gabo se hacía en la última a leer literatura, confiado en la atención del mejor estudiante.

(Aquí un perfil de Jacobo Pérez Escobar en sus 90 años, por Daniel Mera Villamizar)

Fue también gobernador del Magdalena, secretario jurídico de la presidencia de la República, magistrado de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, ministro de Gobierno encargado.

Biógrafo del primer ministro negro, Luis Antonio Robles (1876), biografía que comenzó siendo estudiante de bachillerato en Santa Marta.

Nota: Jacobo Pérez Escobar es presidente honorario y vitalicio de la Fundación Color de Colombia desde su creación en 2006, la máxima distinción que la Fundación puede ofrecer.