El gran debate que rodea al proceso de paz entre el Gobierno nacional y las Farc tiene que ver con que los guerrilleros paguen cárcel o no, que se aplique la justicia de la cárcel o la restaurativa (transicional).

El senador Álvaro Uribe Vélez se opone al proceso de paz actual argumentando la impunidad que la justicia transicional otorga. Sin embargo, él mismo buscó esa clase de justicia en el proceso de paz con los paramilitares, llamándola ‘justicia alternativa’.

En el 2003, en las negociaciones con esos grupos, el gobierno del entonces presidente Uribe Vélez alcanzó a elaborar un proyecto de ley de ‘penas alternativas’, con el fin de encontrar fórmulas jurídicas para alcanzar la paz.

Uribe argumentaba ante la Asamblea General de la ONU en el 2003, que “el proyecto de alternatividad penal, presentado por el Gobierno a estudio del Congreso, propone encontrar herramientas legales transparentes que permitan avanzar en esa dirección con las autodefensas ilegales, las FARC y el ELN”.

Por su parte, Luis Carlos Restrepo, comisionado para la paz de la época y autorizado por Uribe, aseguraba que “el mundo nos pide que exploremos la salida negociada. Estos señores no van a negociar para ir a la cárcel”.

El excomisionado para la paz explicaba que todo eso se hacía para que los jefes de los grupos ilegales abandonaran las armas sin temor a pasar el resto de sus días en la cárcel. Restrepo agregaba que “Lo importante no es castigar al victimario, sino reparar a la sociedad y a la víctima. La consecución de la paz la entendemos como la reparación de la sociedad”.

El presidente Uribe añadía, en su misma intervención en la ONU que para “reintegrar a la vida civil a los diferentes grupos, Colombia necesita una norma jurídica que, con realismo, defina cómo hacer justicia, reparar a la comunidad y asegurar la paz… La paz definitiva es la mejor justicia”.

Y en tono vehemente exclamó en la ONU: “Comprendo la preocupación que surge de atenuar la justicia frente a delitos graves, pero también debe entenderse que en un contexto de 30.000 terroristas, la paz definitiva es la mejor justicia para una Nación en la cual varias generaciones no han conocido un día sin actos de terror”.

No se equivocaba el entonces presidente, desde aquellos tiempos se sabe que la mejor manera de terminar un largo y sangriento conflicto como el colombiano es mediante la justicia transicional, que según Desmond Tutu, el arzobispo que dirigió la Comisión de Verdad y Reconciliación en Sudáfrica tras 60 años de apartheid, es la que hace desaparecer el odio, miedo, culpa y deseos de venganza.

En su libro ‘Sin perdón no hay futuro’, Tutu escribió que, “vimos la necesidad de buscar entendimiento en lugar de venganza, reparación en lugar de retaliación y sanar en lugar de victimizar”.

Al final, Uribe no pudo aplicar este tipo de justicia, pues la comunidad internacional y las cortes colombianas protestaron por la total impunidad que ofrecía, sin siquiera un proceso de verdad, justicia y reparación, que es lo que se exige en todo proceso de paz. El centro deben ser las víctimas y no los victimarios.