OPINIÓN

Unos escucharon y sabían de unos contratos y otros de otros pero no fue sino hasta que Juan Pablo Calvas, en su espacio ‘Sigue la W’, revelara todo ese carrusel de contratación para dimensionar y tomar conciencia que al departamento y a la ciudad los cabecillas de la corrupción los están llevando a la ruina, el atraso, la pobreza, el hambre y la quiebra.

 

Preocupaciones causaron entre los habitantes de Norte de Santander las denuncias de corrupción en la gobernación del departamento con la figura de la Empresa Industrial y Comercial del Estado (EICE) Faro del Catatumbo, mediante la cual se han adjudicado contratos por $260.000.000.0000 (Sí: 260 mil millones de pesos) en un lapso de dos años, en lo que se constituye en un ‘carrusel de la contratación’ o ‘contratadero’, como lo denominó la emisora la W Radio.

De acuerdo a las denuncias de este medio de comunicación, de esos 260 mil millones de pesos, 160 mil millones les correspondieron a los amigos del exgobernador y nuevamente candidato a la gobernación William Villamizar, mientras que los otros 80 mil millones de pesos a los de Silvano Serrano, actual gobernador.

Y no es que la gente decente, honesta, honrada y trabajadora del departamento no supiera de las andanzas del uno y del otro y sus amigotes, que al fin y al cabo son lo mismo, pues siempre todo se sabe, bien dice el dicho: ‘pueblo chiquito, infierno grande’. No es sino llegar a Cúcuta para enterarse que todo lo que hacen se sabe.

Lo peor es que las sospechas y los rumores se hicieron realidad de una manera más grave y mucho peor de lo imaginado por las cantidades de dinero ‘contratadas’, por el grupo de William Villamizar.

Unos escucharon y sabían de unos contratos y otros de otros pero no fue sino hasta que Juan Pablo Calvas, en su espacio ‘Sigue la W’, revelara todo ese carrusel de contratación para dimensionar y tomar conciencia que al departamento y a la ciudad los cabecillas de la corrupción los están llevando a la ruina, el atraso, la pobreza, el hambre y la quiebra.

Y la preocupación principal es de los empresarios y comerciantes del departamento, quienes ven cómo la corrupción va acabando la productividad, el desarrollo y la eficiencia de sus empresas y comercios. “Nosotros trabajando honestamente para poder subsistir con todos esos impuestos y las normas del Estado mientras estos se enriquecen de la noche a la mañana”, “Son una vergüenza todos esos politiqueros ladrones”, “Es una mafia que nos mete las manos a los bolsillos y nos va robando poco a poco”, “Lo peor es que la gente denuncia ante los organismos de control locales (Contraloría, Procuraduría y Fiscalía) y no pasa nada pues ellos manejan todo: los mismos con los mismos”, “No sabemos qué hacer. Ellos siguen robando sin que pase nada”, “Estamos mamados”, son algunas de las expresiones publicables que se escuchan.

¿Quién podrá defendernos?

La principal queja de los nortesantandereanos y cucuteños es que los organismos de control locales no hacen nada ante las múltiples denuncias de corrupción que se presentan. Y la preguntan que se hacen con razón es: ¿cómo se va a hacer algo si Silvano Serrano fue el Contralor departamental durante el último periodo de William Villamizar? En lo que no es un chiste sino una realidad de mal gusto.

¿O cómo se va a hacer algo si Omar Javier García Quiñones, actual Procurador Regional, se declaró amigo y fue abogado de William Villamizar, mientras su pareja, Sandra Sepúlveda Rodríguez, trabajó tanto para William Villamizar como para Silvano Serrrano durante sus ‘mandatos’?.

Además García Quiñonez se dio el lujo de ser uno de los que declaró en el Consejo Nacional Electoral a favor de la inhabilitación del general Mora para la presente campaña a la gobernación. ¿Qué pasa con la ética Procurador?, ¿No debió haberse declarado impedido?, ¿Era esa una de sus funciones de su cargo?

Lo que se puede percibir cuando se llega a la ciudad es que hay un sentimiento de impotencia y de resignación ante la situación y sin quién pueda “defendernos”. Los ciudadanos se sienten solos e inermes porque los congresistas y senadores del departamento también apoyan a Villamizar en su campaña a la gobernación.

Porque tampoco se pueden quejar ante César Gaviria, director del partido Liberal; ni ante Efraín Cepeda, director del partido Conservador; ni ante Dilian Francisco Toro, directora del partido de la U y menos ante Germán Vargas Lleras (siempre en donde hay más cosas oscuras), quien manda en Cambio Radical. Sin contar que el expresidente Álvaro Uribe Vélez también estuvo a punto también de darle su aval a William.

Paréntesis: Y si Dieguito sigue como va, tomando “la política como un negocio” para él y los suyos, para las próximas elecciones ya va a tener todas las calidades INmorales que se necesitan para que Vargas Lleras le otorgue un aval.

Volviendo a los jefes de los partidos políticos: todos ellos sin vergüenza alguna le dieron a William Villamizar su aval y ‘legitimidad’ para la presente campaña a pesar de que saben que fue suspendido y no alcanzó a terminar su mandato en las dos veces en que fue gobernador, a pesar de que le han abierto alrededor de 60 investigaciones durante esos dos periodos de desgobierno y que actualmente tiene unas 20 investigaciones abiertas, en conjunto, en la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General de la Nación y en la Fiscalía General de la Nación.

Con estos avales, y su consecuente ‘legitimidad’, los habitantes de la región se sienten como la niña que dejan a solas con su violador, al niño que lo dejan solo con su abusador, a una mujer encerrada con su potencial feminicida o como cuando dejan a los ratones cuidando al queso.

¿Ante quién se quejan o denuncian?

Parte de la desesperanza tiene que ver con que los nortesantandereanos sienten que aunque esas investigaciones se abren en los organismos a nivel nacional, se archivan sin hallar culpables porque los congresistas y senadores de la región con sus contactos en Bogotá (eso sí lo saben hacer muy bien porque de gestionar proyectos y obras para la región poco o casi que nada), hacen todo lo posible para que la impunidad sea la regla.

Un sentimiento de orfandad y de no saber qué hacer embarga a los nortesantandereanos decentes, honestos, honrados y trabajadores. Se les nota en sus expresiones y tonos de voz el cansancio, la extenuación, el hastío, la desesperanza y lo ‘mamados’ con lo que están seguros que sucede: la corrupción, las trampas, las componendas, el robo, el saqueo, el continuismo y el atraso en el que se han sumido al departamento y a Cúcuta casi que en las últimas dos décadas.

Hay muchos que afirman que la gente ya no quiere que siga el grupo de William Villamizar en el poder y toman como ejemplo a la ciudad de Cúcuta, en donde los ciudadanos durante las elecciones pasadas se cansaron del grupo de Ramiro Suárez Corzo y con un voto de opinión eligió a una persona ajena a la política como Jairo Yáñez, quien ya no cumplió con las expectativas de los ciudadanos.

Yáñez infortunadamente defraudó a una ciudadanía esperanzada en el cambio con una mezcla de desconocimiento de lo público, terquedad, un círculo inmediato ineficaz e ineficiente que le cerraba puertas, una utopía desbordada (pensar en la Cúcuta del 2050 cuando los múltiples problemas son urgentes y de ahora) y una oposición de los mismos de siempre para que no se pudiera hacer nada truncaron las mejores expectativas.

Aprovechar la oportunidad

Ahora vuelve a surgir otra oportunidad: en el ambiente se siente que con los escándalos del carrusel de la contratación y muchas cosas más que se saben de William Villamizar y su grupo, el voto de cambio y de opinión volverá a ser grande no solo en la ciudad sino en el departamento, asegura la gente honesta, decente, honrada y trabajadora de la ciudad.

Esa ciudadanía que no espera enriquecerse, ni resultar de la noche a la mañana con mansiones aquí, allá y más allá, ni negocios, ni restaurantes, ni hoteles, ni estaciones de servicios, ni ladrilleras, ni bodegas, ni almacenes, ni tierras sino prosperar con trabajo, disciplina, sacrificio y esfuerzo, como debe ser.

Los nortesantandereanos afirman que los que votan por ellos no lo hacen por conciencia, sino por interés y miedo a perder un contrato o un puesto.

Señores candidatos a la gobernación de Norte de Santander: las circunstancias para el cambio están servidas y los nortesantandereanos están esperando que las aprovechen.

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