OPINIÓN
Casi que en todo lo corrido de este siglo, Norte de Santander y Cúcuta han estado en manos de esta clase política hipercorrupta, que al igual que el dictador Nicolás Maduro, lo único que buscan es su riqueza personal, la de sus familiares (comenzando por las esposas e hijos/as), y la de sus ‘enchufados’ o ‘boliburgueses’.
Norte de Santander y Cúcuta, históricamente conservadores y de derecha, se plegaron completamente al lema del uribismo durante la última década: que Petro va a convertir a Colombia, y por ende al departamento, en una Venezuela.
Testigos directos del fiasco político, económico y social del chavismo en Venezuela, de la crisis humanitaria del país recibiendo diariamente centenares de inmigrantes, los nortesantandereanos y principalmente los cucuteños, le tienen miedo, pánico y pavor a la ‘venezonalización’ del país.
Normalmente, desde Colombia se señala al socialismo, comunismo y el ‘castrochavismo’ como los causantes de todos los males de Venezuela, cuando la verdad es que nada de esto se aplicó en el país caribeño; en cambio, lo que sí hubo con la llegada del chavismo fue una hipercorrupción que destruyó totalmente el aparato productivo del país, especialmente del petrolero, la economía, la política y, de paso, arrasó con el tejido social, mientras sus dirigentes se iban enriqueciendo y se enriquecen con los recursos públicos.
Pero lo que los nortesantandereanos no se han dado cuenta es que su departamento ya se ‘venezonalizó’. Las similitudes entre los clanes que manejan el poder a ambos lados de la frontera es clara: un sistema de corrupción para cooptar todos los estamentos estatales, apropiarse de los dineros públicos (es decir: los suyos y los míos), eternizarse en el poder con sucesiones controladas, enriquecerse junto con sus familiares y un montón de ‘enchufados’ o ‘boliburgueses’ (contratistas que van de un lado a otro llenándose de dinero) y los colaboradores que mueven en los puestos estatales a su antojo.
Eso es lo que ha demostrado la W Radio con sus denuncias sobre el ‘Faro del Catatumbo’, empresa creada por el gobernador Silvano Serrano, del clan del exgobernador William Villamizar, para poder contratar a diestra y siniestra haciéndole la ‘gambeta’ a los controles estatales y a las licitaciones. Y eso que no se ha investigado ni publicado lo de 14 años anteriores.
Así mismo, al igual que el chavismo, nombrando a amigos y compinches en los organismos regionales de control para que nada les pase. Entre todos se amangualan para abrir o no abrir investigaciones, o archivar las que tienen pruebas suficientes para seguir apoderándose de los dineros públicos.
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Mientras tanto, los colaboradores van de puesto en puesto, según las componendas políticas, la mayoría de las veces sin estar capacitados para sus puestos, mientras que otros son los encargados de las trampas para apoderarse de los dineros mediante contratos ficticios y uniones temporales.
Pongamos el ejemplo de Silvano Serrano, gobernador actual del departamento, desde comienzos de siglo conoció a William Villamizar y fue nombrado director del Centro Tecnológico de Cúcuta durante la alcaldía de Ramiro Suárez Corzo como ‘cuota política’ de Villamizar. Apoyó a Villamizar en la campaña del 2007 y al ganar lo nombró Secretario General del Departamento cuando este se convirtió en Gobernador, cargo que también ocupó hasta el primer año de desgobierno de Édgar Díaz, quien también es ficha de Villamizar. En las elecciones a gobernación del 2015 fue el jefe de campaña de Villamizar en su segunda candidatura a la gobernación, y en 2016, una vez ya electo Villamizar, fue designado como Contralor Departamental por la Asamblea (válgame Dios). Ahora es gobernador apoyado por Villamizar.
Al igual que en Venezuela, amenazan a los funcionarios y empleados estatales con despedirlos de los puestos si no consiguen una cantidad de votos para cada elección con listas con cédulas y números de mesas para poderlos contabilizar. El que no cumple se va.
Por ejemplo, en la campaña actual muchos empresarios que apoyan a candidatos opositores lo tienen que hacer en secreto: que no los vean en eventos públicos y donar en privado para no sufrir represalias de compras de productos y servicios. Amenazan a gremios completos, como a los arcilleros, con hacerles la vida imposible si no los apoyan.
Al igual que en Venezuela, la gente no vota por ellos por convicción, ideas o un programa de gobierno sino por las dádivas como mercados, unos ladrillos, unas tejas, un sancocho, una hayaca, un bulto de cemento, la necesidad de mantener un puesto, conseguir un contrato o pertenecer (por fin) a ese clan y darse la ‘dolce vita’. Porque los nortesantandereanos se volvieron tan conformistas, al igual que los venezolanos, que se alegran porque tapan los huecos de una calle o ponen un poste de luz (migajas y limosna).
Al igual que la dictadura del chavismo en Venezuela, van comprando o eliminando políticamente a sus adversarios. Los que lo permiten, se dejan comprar con puestos, burocracias o contratos; y los que no, se ven expuestos a sanciones o inhabilitaciones por sus amiguetes en los diferentes organismos de control que se inventan embargos e inhabilitaciones a la carta.
Al igual que en Venezuela, suyos son el concejo de Cúcuta, la asamblea departamental, la mayoría de alcaldías, los congresistas, los organismos de control, etc., etc., etc.
Al igual que en la autocracia venezolana, han llevado al hambre, a la pobreza, a la miseria, a la falta de salud, educación, vías y a la emigración a sus habitantes. Su objetivo es que la gente dependa cada vez más de ellos para conseguir un puesto, un contrato y, en últimas, sobrevivir. Empobrecen a propósito a la población para someterla y esclavizarla a que siga votando por ellos: son casi que los únicos que pueden dar un empleo. Tanto que el sector público constituye el 21% del PIB del departamento. Los más afortunados, nos vamos y buscamos la vida en otros lados: ¡claro que mejor nos va!
Me tocó escuchar a una niña decir que su padre “votaba por ellos porque le daban trabajo” o al funcionario, ficha de un politiquero liberal, decir que si ganaban, él “podía seguir trabajando y si no era difícil”, por lo que estaba pensando en irse para Canadá, “para que mi vida no dependa de una sola persona”. Mi consejo: ¡Emigre para que su vida no dependa de un corrupto y recupere la dignidad!
Al igual que el chavismo en Venezuela, han sumido a Norte de Santander en el atraso, el subdesarrollo y la desindustrialización. Entre 33 departamentos en el país, en salud, Norte de Santander ocupa el puesto 21; en entorno para los negocios, el 18; en el mercado laboral, el 30; en sostenibilidad ambiental, el 27; en seguridad y justicia, el 26; en infraestructura vial, el 26, solo el 14% de las vías del departamento están pavimentadas.
Casi que en todo lo corrido de este siglo, Norte de Santander y Cúcuta han estado en manos de esta clase política hipercorrupta, que al igual que el dictador Nicolás Maduro, lo único que buscan es su riqueza personal, la de sus familiares (comenzando por las esposas e hijos/as), y la de sus ‘enchufados’ o ‘boliburgueses’.
Al igual que en Venezuela, cuando un grupo político se queda por tanto tiempo en el poder, la que sufre es la democracia. Sin una verdadera oposición no hay debates de ideas, ni control político, la corrupción campea y la democracia se debilita por el constreñimiento y la compra de votos y por la falta de libertad en el debate político, por no decir más. Nunca es conveniente que una persona amese tanto poder político y, sobretodo, económico.
Pero los nortesantandereanos, para no responsabilizarse de su situación, siguen buscando a los culpables en otras partes, mientras sus verdaderos ‘Petros’ y sus secuaces se siguen muriendo de la risa en sus mansiones de Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios, Chinácota y hasta el Cañón del Chicamocha.
Claro que al igual que en Venezuela, ellos piensan que nadie se entera de lo que hacen y de lo que pasa, pero lo que no se han dado cuenta es que muchos, muchos, muchos saben todo lo que hacen (yo podría decir que todo). Todos ya sabían quién iba a ser el nuevo director de Corponor (vergüenza) y ya todos saben por dónde va a ser la contratación del centro de Convenciones: ¿por el Faro del Catatumbo o por la ‘Pacho’?. Lo positivo es que ya muchos pusieron a sonar las trompetas y las van a seguir haciendo sonar.
Pd: ¿Habrá alguien que vote a conciencia, pensando en el bien común y el bienestar de todos, por William Villamizar y Leonardo Jácome en las elecciones de este domingo?