OPINIÓN
¿Incluye su labor hacerle seguimiento y reclamo a un periodista por sus opiniones, con las cuales usted mismo manifestó estar de acuerdo? En ninguno de sus contratos veo esa tarea en particular. Permítame dejarle algo muy claro mi estimado contratista: a mí ni me intimidan ni me asustan las caras bravas ni los reclamos pues en mis más de 30 años como periodista me las han hecho muchísimas veces.
En mi última columna de opinión en la página web de El Tiempo ‘La venezonalización de Norte de Santander’ describí como el departamento se había ‘venezonalizado’ debido a la hipercorrupción y a la involución económica al que lo ha sometido su clase politiquera durante las dos últimas décadas.
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Y esa opinión no hizo más que confirmarse cuando después de publicada esa columna, en un club social de Cúcuta, me abordó un contratista encargado de diseñar políticas de seguridad departamentales a hacerme el reclamo por dicho texto. Esta persona me aseguró, entre otras cosas: que la columna “dice la verdad, pero es muy dura”, y “yo soy el encargado de seguridad de una organización, lo que incluye también a los medios de comunicación, y a la gente para la que trabajo no le gustó lo que usted escribió”.
Omito el nombre de la persona ya que no tengo pruebas documentadas de la conversación.
Estimado contratista público (pertenecimos hace años al mismo grupo de deportes y su actitud siempre había sido amable y cordial) veo que usted está malinterpretando su trabajo: cuando usted habla de “organización” y de la “gente para la que trabajo”, ¿A qué clase de organización y “gente” se refiere? Pues aunque usted crea que trabaja para una “organización” y “gente” en particular, usted lo que tiene son contratos con una entidad pública, por lo que trabaja por el bien de todos y cada uno de los habitantes del departamento, quienes con nuestros impuestos pagamos su sueldo.
¿Incluye su labor hacerle seguimiento y reclamo a un periodista por sus opiniones, con las cuales usted mismo manifestó estar de acuerdo? En ninguno de sus contratos veo esa tarea en particular.
Permítame dejarle algo muy claro mi estimado contratista: a mí ni me intimidan ni me asustan las caras bravas ni los reclamos pues en mis más de 30 años como periodista me las han hecho muchísimas veces.
Los miedos y sustos para con mi profesión desaparecieron cuando cubría el conflicto armado en Colombia hace 25 años y me tocaba ir a hacer informes de los ataques de las Farc a las poblaciones, estaciones de policía y bases militares (siempre exponiendo mi vida en medio de los combates). Y también me tocaba ir e informar de las masacres de los paramilitares, encontrándolos en el lugar de los hechos. Fui el primer periodista del país en denunciar los desmanes y abusos de las Farc en la Zona de Despeje en el proceso de paz que comenzó en 1999 en los llanos orientales, con el peligro que ello significaba para mi vida con una guerrilla que secuestraba y mataba como tomar agua y que ya se creía la dueña del país.
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Pero, déjeme sorprenderlo: en ningún momento las Farc o los paramilitares intentaron intimidarme o censurarme, menos amenazarme. Paradójico que esas organizaciones sangrientas, criminales, ilegales y terroristas hayan respetado la libertad de prensa y usted, o ustedes, no. Como ya estoy curado de miedos y espantos le aseguro que seguiré opinando cuando lo crea necesario y sobre lo que pienso que debo decir.
Quiero que caiga encuenta que al tratar de intimidarme está atacando la democracia: la libertad de pensamiento, ideas, crítica, expresión y prensa; fundamentos que hacen parte de nuestra Constitución, esa misma que en su anterior labor usted juró defender. No olvide que su función, tanto antes como ahora, es la de protegerme como ciudadano.
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Lo que creo que es lo pusieron de ‘mandadero’ a darme un mensaje por valorar que yo soy el eslabón más débil de la cadena: obviamente no iban a hacerlo con el exvicepresidente de la República, Francisco Santos; o con el periodista Juan Pablo Calvas, de la W Radio; o con el excandidato a la gobernación de Norte de Santander, el General Jorge Mora López, quienes han opinado y denunciado sobre la corrupción en el departamento. ¿O me hubiera buscado si hubiera escrito esa columna desde Bogotá?: Estoy seguro que no.
Estimado contratista: no me mire como un delincuente o un enemigo, lo único que he sido toda mi vida es un reportero/periodista poniendo mi granito de arena para tratar de construir un país cada día mejor para todos, todos, todos.
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Por el bien de todos los nortesantandereanos le deseo mucho éxito en la implementación de políticas de seguridad pues de su buena labor depende la vida de todos, incluida la mía. ¡El departamento y la democracia necesitan de sus buenos servicios y de lo que dice que sabe hacer!.
Pd: A mis colegas y amigos de El Tiempo, que conocen de la situación y la identidad del contratista público, les agradezco el apoyo y solidaridad que ya me han manifestado.