ANÁLISIS
Debido a la falta de herramientas del sistema internacional para castigar y expulsar de sus países efectivamente a regímenes autoritarios, a los venezolanos no les queda otra opción que ellos mismos sacar al chavismo del poder. Estas pudieron haber sido las últimas elecciones permitidas con verdaderos opositores en décadas por venir.
Se realizaron las elecciones en Venezuela y sucedió lo que muchos temíamos: que el régimen chavista, en cabeza de Nicolás Maduro, que maneja todo el aparato estatal, iba a cometer fraude.
La oposición con pruebas y el 81,2% de las mesas escrutadas, demuestra con actas que el opositor Edmundo González obtuvo 7,1 millones de votos (67%), mientras que Nicolás Maduro sacó 3,2 millones de votos (30%). El Consejo Nacional Electoral (CNE) al momento de escribir esta columna (miércoles 31 de julio en horas de la mañana) no había presentado todavía las actas (que con seguridad serán adulteradas a su conveniencia), las cuales por ley deberían hacerse públicas en un máximo de 48 horas después de cerrados los comicios.
Ya el Centro Carter, alabado por el propio chavismo por su seriedad e independencia, comunicó al mundo que “la elección presidencial en Venezuela no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”.
Esta abrumadora mayoría que pidió un cambio de gobierno y de régimen se dio a pesar de todas las violaciones a las libertades electorales, lo que demuestra el hastío y el repudio de los venezolanos para con la dictadura chavista.
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Esto también quedó demostrado el lunes cuando miles de venezolanos, sobretodo de los barrios populares y antiguos bastiones del chavismo, salieron a protestar de manera masiva y espontánea por el fraude cometido. La destrucción de las estatuas de Hugo Chávez, inspirador e instaurador de este régimen, y la destrucción de los carteles con la imagen de Maduro muestra un profundo odio difícil de manejar tanto para los que lo sienten como para los que lo quieren reprimir. Nada más simbólico que la destrucción de las estatuas de Chávez, a quien hace apenas 11 años miles de venezolanos lloraron en su sepelio. Nada más simbólico que los ‘cacerolazos’ que retumbaron inclusive en Fuerte Tiuna, que es en donde viven los militares y sus familias.
Este lunes y martes ya hubo represión y muerte por parte de organismos estatales y sus colectivos asesinos, se reportan 12 muertos y 749 detenidos en los dos días. El martes en la mañana, el régimen ya había secuestrado a los dirigentes opositores Freddy Superlano y Rafael Sivira, y con seguridad irán por la líder María Corina Machado.
La idea de la dictadura es dejar a la oposición sin una cabeza visible que los organice e inspire y al mismo tiempo sembrar miedo y terror. Es deber de todos los que están en contra del régimen proteger a María Corina, el día que el régimen logré quitárselas habrá conseguido una gran victoria.
La comunidad internacional busca alternativas para que no se dé el baño de sangre anunciado por Maduro en caso de perder las elecciones: presionarlo para que reconozca la derrota, negociaciones para que deje el poder, intensificación de las sanciones de Estados Unidos y otros países y aislamiento internacional, entre otras medidas.
Sistema internacional sin herramientas
Pero conociendo las condiciones actuales del sistema internacional, me temo que nada de esto va a servir para revertir la situación. Si piensan que Maduro y sus secuaces van a ceder por la presión internacional con sanciones, creo que están equivocados. La realidad es que la comunidad internacional no tiene ninguna herramienta para obligarlo a que acepte el resultado de las elecciones. Hay que recordar cuando en 2019 medio centenar de países reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, Estados Unidos intensificó las sanciones, la Unión Europea hizo lo mismo y se dio el fiasco del paso de la ayuda humanitaria. Maduro aguantó y siguió.
Y todo porque el tirano tiene el apoyo político, económico, tecnológico y represivo de las dos grandes dictaduras del mundo: China y Rusia, para quienes la Venezuela actual es una de las puntas de lanza vitales de sus proyectos autoritarios en esta parte del mundo. Ellos consideran la democracia como un sistema obsoleto e inservible. Además también tiene el apoyo de nada más y nada menos que de las tiranías de Siria, Irán, Nicaragua y Cuba.
Maduro sabe que sin poder su destino será una cárcel en Venezuela o en el exterior por cuenta de la Corte Penal Internacional. Lo único es lograr una salida negociada y que se vaya a un país aliado a disfrutar de todo lo robado.
Por esto pienso que lo peor para los venezolanos viene ahora: el régimen se radicalizará, se volverá más represivo y estas pudieron haber sido las últimas elecciones permitidas con verdaderos opositores en décadas por venir.
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Hacia el totalitarismo
Con estos altos niveles de oposición y repulsión hacia Maduro y su banda, el chavismo sabe que, si quiere sobrevivir, no le queda otra opción que seguir el ejemplo de Daniel Ortega y volverse una Nicaragua: encarcelando, torturando y matando opositores sin miramientos ni contemplaciones, siempre asesorado por rusos, chinos, cubanos y nicaragüenses, expertos en el tema. Será un Estado autoritario y asesino y ya no les interesará que los declaren y los reconozcan como tales en el resto del mundo. Ya han torturado y asesinado y, aparte de condenas verbales y denuncias, nada o poco sucede a nivel internacional. ¿Qué más da?.
China, Rusia, Corea del Norte, Siria, Irán, Cuba y Nicaragua son buenos ejemplos. Se llega al caso extremo del tirano ruso Vladimir Putin, a quien no le bastó con envenenar a su principal opositor Alexei Navalny, sino que cuando logró salvarse lo mandó a encarcelar para finalmente asesinarlo en una prisión del ártico. O el dictador sirio, Bashar al-Ásad, quien para ganar la guerra fue capaz de utilizar armas químicas contra su propia población, incluidos niños, hasta en 106 ocasiones entre 2014 y 2018. Así son y nada pasa.
A Maduro y su grupo los amenazarán con la Corte Penal Internacional, creo que les importe poco, pues planean morirse en el poder o entregarlo antes a uno de la nomenklatura. El mejor ejemplo lo tenemos cerca: Cuba con 65 años de tiranía y represión.
Solo los venezolanos lo pueden hacer
Es por esto que pienso que a los venezolanos no les queda otra opción que salir a protestar y manifestarse para defender su voluntad expresada en las urnas. La principal diferencia respecto a años anteriores radica en que quedó demostrado que el régimen está en sus horas más bajas, casi la totalidad de la población los detesta. De los 26 millones de habitantes que se estima hay en el país, unos 22 millones están en contra de ellos. La oposición ya no es una minoría, son una gran mayoría y allí radica la principal ventaja del pueblo venezolano.
Hay dos clases de protestas: pueden ser pacíficas al estilo de Mahatma Gandhi, que logró la independencia de la India, o de Martin Luther King quien le puso fin a la segregación racial en Estados Unidos, pero para esto se requiere disciplina y paciencia hasta lograr paralizar al país, obligar al régimen a ceder y lograr el anhelado cambio. Por ejemplo: convocar a un paro nacional indefinido en el país hasta que se reconozcan los resultados de la oposición.
Las otras son las protestas violentas, que es lo que ya se está viendo con la consecuente represión. Sería largo y vendrán muchos días de mucho dolor, sangre y muertes.
Las protestas y manifestaciones tienen que ser en cada rincón del país hasta que el régimen no aguante, los militares de mandos medios (los altos mandos disfrutan de las mieles de la corrupción), quienes son los que también sufren, se pongan del lado del pueblo y expulsen a todo el régimen. Ellos no se van a ir por su cuenta. El régimen asesinará, torturará y encarcelará, pero no pueden hacer eso con más de 20 millones de personas.
El objetivo final en ambos casos es lograr que el régimen abandone el poder. Los venezolanos deben pensar en la revolución Naranja en Ucrania cuando a a comienzos de 2005 provocó la anulación de las elecciones en las cuales ganó de manera fraudulenta el prorruso Víktor Yanukóvich; o en Sri Lanka, cuando en 2022 los manifestantes rodearon el palacio de gobierno y obligaron al presidente y su régimen a huir y después renunciar, después de 20 años en el poder. También seguir el ejemplo de la primavera árabe que derrocó a los gobiernos de Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Argelia.
Esta es tal vez la última oportunidad para que los venezolanos saquen del poder a los corruptos y asesinos que lo ostentan. Si no es ahora habrá más dictadura, tiranía, represión, hambre y miseria por mucho tiempo. Solo ellos pueden lograr que su país regrese a la democracia, la dignidad, la prosperidad y la libertad. Es ahora o pasará mucho tiempo para volver a tener país. ¡Hasta el final es hasta el final!. El mundo democrático estará con los venenolanos y su lucha.
Ojalá me equivoque y Maduro y su régimen acepten irse sin causar más violencia, muerte y destrucción. Ojalá.
Pd: Los venezolanos deben recordar que los chinos son expertos en inteligencia artificial y reconocimiento facial, mientras los rusos en desinformación en redes sociales. Ambos países son expertos en encarcelar, torturar y eliminar el menor asomo de oposición.