Las estructuras están cambiando por la tecnología y la Gestión del Conocimiento debe apuntalar esos cambios. Avancemos en el cómo hacerlo
Por fortuna la Gestión del Conocimiento se pone cada vez más de moda: voces frescas y saludables despejan todos los días el moho de los discursos acartonados con menos de una década de existencia.
Así son las cosas en la Sociedad Informacional. Efímeras, versátiles y cambiantes. Los paradigmas ceden ante los cambios impredecibles e instantáneos.
Y que no se crea que aquí, como ocurría en el pasado, tendrá que pasar mucho tiempo para que llegué la moda. En Bogotá se han realizado ya cuatro simposios sobre Gestión del conocimiento y se anuncia el quinto para noviembre con la presencia de expertos de la talla de Michel Ickx, Paolo Manzelli y Klaus North de quienes aquí publicaremos sus enlaces.
Claro que los círculos convencionales siguen sin prestarle la debida atención a este tema, esencial para avanzar en la sociedad digital. Las agendas de conectividad son apenas esbozos de lo que debería hacerse, la academia sigue pensando que el problema es de becas y cursos diseñados superficialmente para captar ingenuos y las empresas fortalecen, salvo las consabidas excepciones, sus rígidos esquemas patriarcales.
Todo eso tiene que cambiar y pronto. Si las estructuras se mantienen rígidas se fosilizan en cuestión de meses y la información y el conocimiento, que son fluidos, están acostumbrados a coger la ruta más libre para esparcirse.
No hay de otra: tenemos que pasar del dicho al hecho y sin trecho. La brecha digital sólo se supera incorporando al caudal de la información nuestros aportes (más valiosos de lo que parece a simple vista), con confianza y, sobre todo, con prontitud.
En el océano de Internet no hay islas para náufragos. No hay otra opción que nadar con sus propios recursos. Sin preocuparse por las corrientes, que son infinitas.