Con portátiles a cien dólares para estudiantes, las políticas de conectividad para estudiantes de bajos recursos enfrentan un reto, al tiempo que una oportunidad para mejorar su cobertura y su calidad. Hay que investigar.
La producción de computadores portátiles a cien dólares que presentará Nicholas Negroponte, director del Media Lab del MIT, en la próxima cumbre de Túnez, conmueve los cimientos de la industria tecnológica y crea condiciones efectivas de acceso a millones de niños y jóvenes pobres en todo el mundo.
Inicialmente, quince millones de unidades serán puestas a prueba en Brasil, China, Egipto, Sudáfrica y Tailandia. En dos años habrá 150 millones de portátiles, livianos, con energía manual (Sí: un minuto de manivela para diez minutos de energía), sistema Linux, acceso Wi-Fi y Wikipedia incorporados.
De acuerdo con la opinión de Negroponte, dos tercios del software que utilizan en la actualidad los portátiles convencionales, se usa sólo para manejar el otro tercio que cumple, en realidad “las mismas funciones de nueve maneras distintas”. En su propuesta, los materiales, livianos y resistentes, permiten el manejo práctico en las condiciones propias de una escuela popular. La eliminación de elementos y funciones innecesarias aporta velocidad, un consumo mínimo de energía, conectores y baterías normales y costos de producción reducidos.
Casi al tiempo con el anuncio de Negroponte, se conoció el acuerdo entre Venezuela y China para producir 80 mil PC a un precio superior a los 320 dólares. Días antes se lanzó, con bombos y platillos, el programa “Computadores para todos”, una propuesta de Microsoft e Intel para Colombia, que ofrece computadores a cerca de 450 dólares, IVA incluido. Si se advierten los costos de conexión, aplicativos, periféricos, etc. es evidente que estas ofertas están lejos de mejorar la del Media Lab.
Como señala Guillerno Santos, programas como el de «Computadores para educar», enfrentan ahora un reto y una oportunidad: se la juegan para reducir los costos y elevar la efectividad o mantienen esquemas que son cada día más caros e insuficientes para atender los requerimientos de la inmensa mayoría de jóvenes que necesita y quiere acceder a la Web.
Algunos casos que conozco muestran una relación uno-a-uno, computador por estudiante, durante hora y media semanal de clase de «informática». ¿Es lo ideal? Los mismos estudiantes navegan dos, y más veces en promedio, horas diarias en su casa o en los cafés-internet que funcionan en los alrededores de los establecimientos educativos.
Al lado de la dotación de instrumentos es preciso estimular el uso de las TIC (uso que no se debe limitar a lo estrictamente educativo o curricular, sino que incluye entretenimiento, socialización, etc.), en condiciones tales que contribuyan al desarrollo libre y auto-responsable de la personalidad de los jóvenes.
- Coletilla: En la nota anterior se citaron algunas opiniones sobre la relación entre el uso de las TIC y la violencia juvenil suburbana en Francia. Se abre un vasto campo para la investigación de los fenómenos contemporáneos. Aquí debemos comenzar -y pronto-, por averiguar cuál es la cobertura de los servicios de Internet en las ciudades y barrios. La carencia de datos actualizados es casi absoluta.
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