Se celebro en Bogotá la semana pasada un encuentro internacional de agencias catastrales en el que se puso de presente la persistencia de viejos conceptos sobre la información territorial.
En el evento, organizado por Catastro Distrital con motivo de sus 25 años de creación, se presentaron experiencias de oficinas catastrales de cerca de 20 países latinoamericanos y europeos.
Sin excepción, las presentaciones coincidieron en limitar la función catastral a las labores de acopio, registro y suministro de datos relacionados con los inmuebles, las vías y otros recursos físicos territoriales con fines fiscales, legales y comerciales. Igual a como consideraban los repúblicos romanos el censo (a cargo, justamente, de los censores), sin atisbo de lo que significa poseer tan vasta información en la Sociedad Informacional.
Por que, en realidad, la información que poseen las agencias catastrales es, además de cuantiosa, esencial para definir políticas de desarrollo y crecimiento urbano, ordenamiento territorial, provisión de servicios, mercado inmobiliario y en fin, una gama amplisima de posibilidades.
Considerar esa información como un stock embodegado en bancos de datos, en vez de estimarla como un recurso fundamental, no sólo refleja una visión anacrónica sino que afecta el avance de procesos de modernización en que la sociedad está interesada.
Un bien guardado debajo del colchón, atesorado, que no circula se enmohece y pierde valor. La información almacenada, extraída de los procesos de circulación y producción, se devalua y se convierte en un lastre para los encargados de «guardarla».
Pese a los avances que registra Bogotá en la actividad catastral (sin nada que envidiar a programas de países del primer mundo), queda un largo trecho por recorrer en lo que tiene que ver con la incorporación de la información territorial a los procesos de planeación y desarrollo, competividad, ordenamiento, manejo ambiental, etc.
Ojalá los gobiernos le pusieran al tema toda la atención que merece, en lugar de persistir en relegar los temas de información y tecnología a sonsos discursos socialischistes o a encendidas proclamas godorrientas. Porque los asuntos de la tecnología y la información son esenciales en el mundo actual, aunque muchos funcionarios catastrales no lo hayan advertido todavía.
- Condolencias. Casi simultáneamente dos intelectuales colombianos fallecieron en días pasados: Ignacio Chavez Cuevas, eminente director del Instituto Caro y Cuervo, impulsor del Diccionario de Construcción y Régimen y estudioso del idioma, y el escritor R.H. Moreno-Durán el de la «fémina Suite» y ese ensayo crucial que tituló «De la civilización a la barbarie», además de incontables novelas y textos de vigorosa calidad. Ambos se fueron antes de lo debido y eso duele.