Como los participantes (también llamados usuarios) de Internet ejercemos en todo momento, tomamos decisiones, escogemos alternativas y marcamos tendencias entonces puede afirmarse, con Castells, que la Web es por excelencia el Ágora de hoy, el escenario de la democracia, un plebiscito infinito de todos los días.
Pero algunos, que son una parte insignificante en la infinita red, editores de medios impresos en su papel de autoridades -que nadie les ha otorgado-, pretenden gobernar Internet con las mismas leyes que rigen desde Gutenberg olvidando que nunca a los telegrafistas se les ocurrió intentar imponer la gramática Morse a los periódicos que surgieron después (y, entre otras cosas, gracias a la influencia de aquel invento).
Acomodar las normas -cuya validez nadie sensato debería desconocer o dejar de aplicar-, propias del periodismo a la Web es, por lo dicho, una tarea complicada que prestigiosos periodistas intentan con dedicación a la que sólo puede hacerse un reparo: en Internet se expresan miles de millones de personas que no son, pretenden ni quieren ser periodistas y mucho menos de los sometidos al rigor de la vieja academia.
Unicamente por eso, convendría reflexionar sobre el surgimiento de una nueva gramática, distinta y propia, para la Web y que se construye día a día con la participación de todos los navegantes.
Sobre lo otro
Varios lectores han enviado datos elocuentes sobre el tema de la entrada anterior: para la muestra lo que dice el corresponsal Guillermo Prado Obando:
«(a) Pésimo servicio de soporte y mantenimiento: En mi caso, cada vez que se cae el servicio (ADSL con ETB 400 kbps) marco al magnífico 018000112170, para estar pegado al teléfono durante más de 30 min, y para recibir un soporte tan precario que, definitivamente, para un usuario con experiencia, solamente producen ganas de mandar este servicio de ADSL para la quinta porra.
(b) En el caso -agrega- de los daños teléfonicos se presenta otro calvario, porque deben «escalar» el caso, y esto se demora hasta 3 días.
(c) He buscado sobre las exigencias mínimas de prestación del servicio de internet por un ISP, porque me parece el colmo, que el servicio ofrecido esté en un 85 90% de funcionamiento, y toque pagar el 100%. La respuesta de la ETB a este cuestionamiento, fué una carta donde me decían que Internet es un servicio suntuoso y que por eso no se les exige mínimo de cumplimiento.!!!!
(d) Llevo con el servicio mas de un año, pagando en estrato 3, casi doscientos mil pesos al mes, que incluyen el serivicio a medias de ADSL y telefonía local ilimitada. He hablado con amigos de EEUU, y por el mismo valor, esta gente tiene un canal fibra optica de 5 mbps.!!!!!! y telefonía ilimitada.!!!!!. Concluye que «definitivamente uno de los problemas de cobertura, es la especulación tan degenerada que manejan con los costos de la banda ancha»
Competencia o promoción
El principio que dice que entre mayor oferta hay mayor competencia y los servicios tienden a mejorar no siempre se cumple.
No, por lo menos, cuando lo que se configura no es una sana competencia sino una trama de intereses políticos y económicos que desvirtuan el criterio de servicio y la noción de cliente por la de clientela. Como en los juegos político-electorales del momento.
Las alternativas de elección de los usuarios son reducidas y no hay esperanzas de que, en el corto tiempo, se amplíen efectivamente. Las ofertas son parecidas en capacidad, soporte y tarifas (con las dificultades para cambiar de IPS y las usuales demoras, a veces toca esperar con paciencia que se acabe el contrato para buscar otro que, de antemano se sabe, no va a ser muy diferente).
En días pasados la CRT dio a conocer los resultados de un estudio sobre «penetración» de Internet en Colombia a julio de 2005. Aparte del retraso, las cifras (que muchos insisten en calificar de «infladas»), dan grima.
En sus «conclusiones» los expertos de la Comisión afirman que la solución está en… los operadores quienes deben «ampliar su oferta para hacerlo (a Internet N.B.) más asequible a la población en general y las PYMES«.
Algo similar sucede en el terreno político donde, para resolver la falta de credibilidad en los partidos y sus dirigentes, estos invitan a votar por sus listas sin que, a cambio, aparezca una sola tesis convincente o un planteamiento que ponga, realmente, al país a reflexionar.