¿Ha intentado bajar los formularios de impuestos de la Web? Una aténtica maraña de instrucciones, vueltas y revueltas (parece que no estuviera en el mundo de Internet sino en el mundo burocrático real, con sus trámites, funcionarios ineptos, intermediarios inescrupulosos y directivos demagogos). Una experiencia frustrante, como una pésima película.

Es viernes temprano. Un ciudadano escucha en el radionoticiero los elogios del sistema de cobro tributario por Internet. Son, desde luego, declaraciones del propio Secretario de Hacienda. El locutor se admira con los avances. El oyente también. Al punto de que, llegado a su oficina, decide declarar y pagar sus impuestos. De una vez ¡qué carajo! Hay que aprovechar los avances de la tecnología o sino p»aqué.

Tres horas despues no ha avanzado un milímetro en su cívica intención. Para llenar el formulario ha debido llamar a su casa, pedir que consigan el número de identificación predial (¿Cómo? ¿No la sabe de memoria?), en un formulario antiguo. Todo en vano.

Rondando mientras ronda, decide intentar con el impuesto de vehículos. La matrícula sí la conoce ¡Cómo no! Pero, tampoco logra hacer la liquidación y mucho menos efectuar el pago.¿Será torpeza?

Consulta con algunos compañeros. Se forma un corrillo. Cruzan las apuestas. A ninguno le funciona. Alguien recuerda que anoche, en otro programa de radio, curiosamente por la misma cadena, un periodista había dicho que el pago de impuestos no era posible por esa página. Otro propuso investigar. Varias llamadas a las oficinas de Hacienda e Impuestos. Resultados fallidos: si quiere pagar haga lo de siempre, consiga el formulario (fila inacabable o sobreprecio a los intermediarios), consulte a su contador para que lo auxilie en la liquidación y sometase al viacrucis anual.

Alguien lo dijo: los impuestos, como la muerte, son inevitables. Quizás por eso empiezan el cobro en cuaresma. Tal vez eso explique la actitud (¿De Caifás, Judas o Pilatos? No sé), de los responsables de la «atención digital al ciudadano», mientras los contribuyentes viven, como corresponde, la «agonía del difunto» y en los diarios, la televisión y las emisoras los funcioanrios de turno aseguran que ahora sí, por fin, llegó la tecnología  al recaudo de impuestos.

Esperamos sus comentarios. Puede ser que, de pronto, alguien haya dado con la clave del éxito… y la quiera revelar.

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