No bien apareció publicada la nota anterior en Blogestión recibí un mensaje privado de una persona -aparentemente cercana al gobierno distrital de Bogotá-, que se lanzó en ristre contra lo escrito en «GOBIERNO DIGITAL: LA PELICULA (II).
Una reacción explicable si se advierten los comentarios que allí expresé y la simpatía del remitente por la administración de Locho. ¿Afinidad ideológica o sumisión burocrática? En todo caso, la réplica carece de argumentos y como -una vez más-, se trata de un mensaje privado, me abstengo de publicarlos aquí.
No obstante me permito algunas precisiones: suministré a los lectores la fuente y las metas fijadas por el propio gobierno distrital. Estas NO se han cumplido y es bastante improbable que se alcancen en el plazo establecido. Luego, HAY un evidente incumplimiento.
Si alguien tiene las cifras del plan antes llamado «Internet al parque» y ahora auto-denominado «Internet para tod@s», le agradezco nos las haga llegar. Entonces se verá si es cierto o no.
Otra aclaración tiene que ver con el carácter de esta publicación: se trata de un Blog (o bitácora), que presenta expresiones personales del autor, notas de ruta, anotaciones al vuelo pero, no por ello, irresponsables: las suscribo con mi identidad (aunque podría hacerlo con otra).
No es un espacio periodístico convencional (informativo o de opinión), sometido al control de un editor pero sí regulado por mis convicciones éticas y personales. Abierto a la controversia y el libre análisis de temas relacionados con la GESTIÓN del CONOCIMIENTO y las TIC. Por eso aparece en la sección tecnológica de El Tiempo.
Confieso que me gustaría tener más motivos para aplaudir que para criticar: pero, sinceramentre, no hay mucho para elogiar en estas materias.
El atraso es, principalmente, mental. Una terca oposición al cambio, una mentalidad férreamente agraria (o, a lo sumo, manufacturera), cierra el paso a las ideas y tendencias contemporáneas.
Se sigue pensando en términos de feudo, finca, señoríos, atesoramiento de rentas materiales (la insistente apelación a lo concreto) y -como única alternativa-, campean el mamertismo, la social-bacanería y el izquierdismo brocha (¡qué contraste con la que Tom Wolff denominó izquierda exquisita !).
Las decisiones en materia de modernización tecnológica se materializan en hechos como la compra de computadores para el Congreso (¿Y el Concejo?), mientras las políticas (compuestas en cofradías obscuras), son impulsadas por personajes de gramática tan pésima como la ortografía de ciertas damiselas.
A quienes, por las razones que sea, pretendan ocultar esa situación para sostener un engaño insostenible, sólo queda decirles que prefiero, como Serrat, las ventanas a las ventanillas, un buen polvo a un rapapolvo y las voces de la calle a los cuentos de la propaganda oficial.
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