Cuando casi todos los jóvenes -y la mayoría de los adultos- usan habitualmente de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, es necesario examinar de forma diferente temas como el trabajo, la educación, la familia y el ocio.
Un estudio sobre 480 estudiantes de administración de empresas de las Universidades Central y La Salle en Bogotá, por ejemplo, indica que mientras más del 70% accede a Internet desde sus casas y cafés-Internet, menos del 20% lo hace desde los centros universitarios donde la infraestructura es insuficiente y las condiciones impiden navegar, hacer tareas y, obviamente, chatear o utilizar video-juegos al mismo tiempo.
Por lo general, durante el tiempo de conexión se realizan simultáneamente diversas actividades: enviar mensajes, bajar archivos, actualizar la página personal y el blog, escuchar música y consultar información sobre temas de interés y académicos.
Es infrecuente que alguien tenga una sola cuenta de correo electrónico. Y el uso de la cuenta universitaria es reducido. ¿Por qué confinarse a 4 megas, lentas y aburridas cuando fácilmente se puede abrir una cuenta de 2 y más gigas?
Quienes también trabajan –generalmente matriculados en jornada nocturna-, se quejan de normas restrictivas, de falta de tiempo y espacio para poder adelantar actividades distintas a las estrictamente laborales.
¿A qué horas puede una joven (que se levanta a las 6 de la mañana para llegar puntualmente a la oficina a trabajar durante más de 10 horas seguidas y corre apresurada a la universidad), leer los textos recomendados para una clase?
Aquellos, los textos, son casi siempre fotocopias ( de un libro de hace 20 años que ya no se consigue), sacadas en un local cercano a la universidad, donde también venden minutos de celular, empanadas recalentadas, café con natas, cerveza y vallenato ventiao los viernes.
Los ‘privilegiados’ del diurno tienen, al menos, la posibilidad de ir a la biblioteca, hacer fila y cruzar los dedos para que alguien no haya tomado antes el libro solicitado por todo un grupo.
Esos hechos –invisibles a ojos de quienes dirigen las políticas y los establecimientos educativos-, configuran la plataforma de relaciones sociales específicas: son la materia prima de una realidad actual, viva e inquietante.
Por eso es tan urgente investigar esos fenómenos, analizarlos con enfoques innovadores y pragmáticos, no para justificar medidas inocuas * o para conducir programas tendientes a “cerrar la brecha digital”, mientras no se hace nada por reducir la brecha mental.


* Prohibir las fotocopias, como debe mandar algún código de propiedad intelectual.
* Perseguir la venta de llamadas celulares en la calle, como quieren los reguladores de comunicaciones