No satisfecha con controlar más del 80% del mercado mundial de micro-procesadores, Intel decidió copar el gigantesco mercado chino con varias acciones confluyentes con su estrategia global.

En Pekín, a casi 10 mil kilómetros de San Francisco -su sede natal y donde se realiza habitualmente las convenciones y presentaciones de marca-, se congregaron la semana pasada más de 5 mil tecnólogos y tecnócratas, ingenieros, comerciantes y compradores de todo el mundo.

Allí se anunció un programa de fomento a la investigación tecnológica que involucra 37 universidades chinas en la 1ª fase (32 más viene en camino) para atraer talentos a las fábricas y centros de investigación que Intel proyecta instalar en el país asiatico.

Las primeras pastillas de silicio FAB/68, fabricadas por y para Intel en Dalian, al noreste de China; saldrán al mercado en 3 años. No importa que tengan el doble del tamaño de los chips que ya se fabrican (también por y para Intel, obviamente) en Israel.

Las 3 bandas

Al mejor estilo maoísta (como cuando la banda de los 4 impulsó la revolución cultural), el emporio tecnológico estadounidense obra con truculenta ambición.

Aunque, según el CEO de Intel, Paul Otellini, la limitada capacidad científico-tecnológica de punta del personal chino impide producir allí lo mismo que en Israel; otra cosa argumenta para explicar su interés en aprovechar los bajos costos en mano de obra y los estímulos del gobierno a la inversión extranjera.

La operación en Israel y otros satélites le asegura que los últimos avances en miniaturización, uso de nuevos materiales, disminución de los gastos de energía e integración de funciones sean, en la 1ª etapa, exclusivos para clientes y países occidentales.

Simultáneamente, la producción en China servirá para atender los mercado emergentes con productos de generaciones anteriores, en coincidencia con la intención -anunciada hace poco por Billy ‘El Gates’ – de cubrir el mundo "subdesarrollado", con ofertas ídem.

Y, en 3er lugar (pero no menos importante), consolidan la toma del factor clave: lo más granado del capital intelectual de 69 universidades y centros tecnológicos. Toda una estrategia de penetración al mejor estilo de los mandarines.