En los 2 puntales del desarrollo en la actualidad (educación y tecnología), el país va cada día peor. No sólo por la reducción de la inversión –que nunca ha sido significativa-, si no porque lo poco que se invierte, se invierte mal.
A falta de propósitos nacionales a largo plazo, imperan la improvisación y los remienditos: un refuercito allí (para crear la apariencia de que las cosas está menos peor de lo que están), un decretito allá (para eludir la responsabilidad), una proclamita (para esconder las verdaderas intenciones), un discursito en el consejito comunal de cualquier pueblito. Todo en diminutivo, paisita, menos el enojo ante las denuncias de la desnudez del Monarca y de su Corte.
En algunas notas anteriores aquí mostré cómo y porqué se habían incumplido las metas del anterior Plan Decenal de Educación (sic) y los rimbombantes planes de desarrollo de los últimos 10 años.
El actual gobierno, igual que los anteriores 10 (más o menos 40 años transcurridos desde el de Carlos Lleras Restrepo que creó –entre otros- Colciencias, los INEM, el ICFES y el ICCE y reforzó el ICETEX), ha debilitado la educación pública, lamentablemente no sólo en lo presupuestal, si no en su orientación.
La ingerencia de poderosos intereses empresariales en la educación es evidente. Al punto de que podría decirse que el sistema (que no lo es, en realidad), está diseñado para servir dichos intereses (y no los de la Nación, la ciencia, el arte y la cultura nacionales).
No hay más que revisar los currículos de las carreras más numerosas y nutridas: en economía, administración, ingenierías, sociales, jurídicas, contables, comunicación, comerciales, etc. se enseñan textos y conceptos que hace un siglo eran forzosos en el capitalismo incipiente, hace 70 años mostraban fisuras irremediables y hoy están completamente superados por una realidad que no para de cambiar.
En temas vitales relacionados con la producción, el empleo, la inversión, la rentabilidad y el valor; siguen aplicándose criterios que ya en la fase del capitalismo mercantil eran obsoletos. Pero, si el patrón necesita que la academia sustente sus razones pedestres…ni más faltaba, para eso estamos, Sumercé.
Por eso no debe causar extrañeza la forma como dio en escogerse al rector de la Universidad de Córdoba: cada gobernante manda en su turno y cada gamonal en su hato. Lo peor es cuando los gobernantes son gamonales (¿o viceversa?) y gobiernan como un hato a sus conciudadanos cuando les toca el turno (que es siempre).
Un estudio reciente sobre 4 mil empresas latinoamericanas muestra que las inversiones en TIC previstas para este año crecerán apenas en U$700 millones. En la mayoría de los países de la región, la inversión empresarial en tecnologías de la información y la comunicación está muy lejos del 1% del PIB.
A ese ritmo de crecimiento, se necesitan más de 596 años para alcanzar la categoría de un país con desarrollo mediano. Claro, siempre y cuando el 7.5%, por lo menos, del PIB se destine a educación, ciencia y tecnología y que estos sectores se orienten de manera sostenida hacia la innovación, la creatividad y la consolidación de modelos autónomos. Es decir, nunca.