No es exagerado afirmar que –hoy- el mayor desafío de Bogotá consiste en construir una opción de desarrollo propia, compartida y sostenible, apta para responder a los retos económicos, culturales y sociales del presente y, simultáneamente, capaz de colocar a la ciudad en un rango internacional destacado.
Para ese propósito, la opción de desarrollo tiene que sintetizar y superar las limitantes de los planes de desarrollo que, en apariencia, orientan la acción gubernamental y, en realidad, la reducen a atender temas puntuales: la cultura ciudadana, en la 1ª administración de Mockus; las obras públicas, en la de Peñalosa y la 2ª de Antanas y la inclusión de comunidades vulnerables, en la actual administración de Bogotá.
Prioridades respecto a qué
“Pero”, se dirá, es imposible atender todos los problemas de la ciudad al mismo tiempo. “Es indispensable priorizar”. De acuerdo. Pero las prioridades deben estar articuladas con propósitos (estratégicos, si se quiere; o de desarrollo, como los llaman otros) de largo aliento, de modo que cualquier avance parcial contribuya al progreso de la ciudad como un todo.
Mientras se mantenga esa fragmentación, los esfuerzos eventualmente se sumarán a logros anteriores (y quizás a algunos posteriores), pero no permitirán alcanzar la acumulación ni la continuidad necesarias para encaminar la ciudad dentro de esa compleja urdimbre de los procesos globales.
Que otras capitales europeas (e inclusive algunas en América y Asia), hayan conseguido consolidarse con el transcurso de siglos no reduce sino que amplifica el desafío. Que varias cuenten con importantes elementos para incorporarse a los procesos de la Sociedad Informacional, no niega el hecho de que otras no poseen siquiera una mínima parte de esos recursos.
Las demandas de la ciudad
Sí. Bogotá registra indicadores positivos en educación básica. Pero no cuenta una oferta universitaria competitiva al menos a escala latinoamericana (Para no ir más lejos, la Universidad de Buenos Aires tiene 10 veces más cupos que la Universidad Nacional y el número de investigadores supera cerca de 20 veces al que existe en Colombia).
Las inversiones en I+D+i son irrisorias. La producción de libros y publicaciones científicas y tecnológicas es mínima. La buena cobertura en acceso a TIC contrasta con la obsolescencia de equipos y redes, especialmente en las entidades educativas, empresas y gobierno.
Aunque muchos, embaucados por un régimen (que no sistema) universitario abusivo, manifiesto en las tristemente célebres universidades garaje (la mayoría en Bogotá), no poseen competencias suficientes para desempeñarse en escenarios internacionales, sí tienen capacidad para aportar iniciativas concomitantes con las demandas concretas de la ciudad.
Ojalá estos temas llegaran a interesar a las campañas que buscan la Alcaldía Mayor de Bogotá. Pero, Peñalosa y Antanas –tan apegados a sus respectivas soberbias -, no se muestran dispuestos a acoger opciones diferentes a las impuestas por ellos. Queda que el Polo Democrático Alternativo supere el tufillo anacrónico en estos temas y aliente propuestas refrescantes, a tono con el carácter innovador y abierto de Samuel Moreno.
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