Quien quiera que sea elegido como nuevo Alcalde Mayor de Bogotá deberá enfrentar la situación que vive la ETB y que amenaza no sólo el futuro de esa compañía, otrora insignia en el país, sino el suministro de servicios que son determinantes para el desarrollo de la ciudad.
Si bien el crecimiento de las suscripciones a Banda Ancha y otros servicios compensa, por ahora, la reducción de ingresos por telefonía fija, las ganancias de la empresa dependen cada vez más de actividades no operacionales; como la participación en mesas de dinero y otros negocios financieros ( a los que es particularmente devoto cierto funcionario quien, por cierto, fue abruptamente ‘retirado’ y luego ‘re-incorporado’ por la actual administración sin ninguna explicación pública).
Lo peor de cada lado
ETB se ha convertido en la típica organización esquizofrénica que a veces parece una entidad estatal sujeta a los vaivenes burocráticos (de ahí la abundancia de tanto insigne bisoño en la alta dirección) y otras, una sigilosa empresa privada (con poderosos intereses ocultos detrás de las grandes decisiones). Pero, como aquellos chiflados criminales de televisión con varias personalidades, siempre se inclina por lo peor de cada lado.
Detrás del despilfarro publicitario y los trámites engorrosos las ofertas son mediocres, las tarifas incomprensibles y los perjuicios frecuentes tanto en telefonía como en Internet y televisión. Miles de abonados padecen fallas reiteradas, cobros dudosos, facturación demorada y reclamos extenuantes, con poco amparo por parte de las autoridades respectivas pues, frente al ostentoso poderío de ETB, todo control parece impotente. ¿Por qué?
Algo de suspicacia
Con algo de suspicacia habría que deducir que, si eso sucede con la facturación a clientes que es el fundamento de todo negocio, qué no pasará con el pago de dividendos a los pequeños accionistas, el litigio contra Unisys y muchos otros casos que, aunque los tinterillos encargados digan lo contrario, sí afectan –y en montos graves-, la estructura financiera de la compañía.
Las alianzas no muestran resultados ciertos, la expansión a otros mercados es frágil mientras pierde espacio en su propio territorio (por fortuna los competidores son igual o más incompetentes. Por algo hicieron escuela allí, antes de coger nuevos rumbos), los criterios técnicos se arruman debajo de las vanidades y opciones de negocio como las tarjetas prepago, Voz/IP, etc. presentan saldos negativos.
Figuritas trepadoras
Entre vender el resto de ETB que propone Peña-losa (al mismo comprador de Telecom y a través de sus cuadros políticos colocados allí) o recuperarla de su actual y lamentable postración (que debería plantear enfáticamente Samuel Moreno para ser consistente con su propuesta programático), se impone el cambio de orientación y, desde luego, de orientadores.
Pues si la gestión de ETB es naúfraga ¿Qué decir de esas figuritas trepadoras que se mantienen allí, intactas pero no incorruptas, pelechando a la sombra que los protege desde arriba y sacando partido de la confusión que ellas mismas promueven?