El 1er día laboral del año 08 del 3er Milenio, la 3ª empresa de telefonía móvil del país que ocupa el puesto 87 en el Índice de Acceso Digital (según la UIT), tuvo en reparación y mantenimiento, por cerca de 24 horas, el sistema de recarga para la mayoría de sus usuarios.
Usuarios que debieron enfrentar disputas – por fortuna incruentas -, con tarjetas, pines, buzones, teclados, call centers, cajeros y cajeras, *300, * 600 y *11* y 01 ocho miles y todos los medios imaginables para conseguir algo trivial pero que, sin anuncio previo y por obra de la (o) Diosa ineptitud, se volvió imposible: ponerle minutos a sus aparatos.
Infinidad de mínimas hecatombes y pequeños dramas que no merecieron ningún interés por parte de los medios ni remedio por parte de las autoridades ni atención de nadie más que los clientes atosigados en las cabinas y locutorios tratando, en vano de llamar desde el indicativo 300 ó 301 milliones de imprecaciones.
Cuántos habrán creído la disculpa nuevañera ‘es que no pude llamar para decir que me retrasaba porque no tenía minutos y el celular no me recibió la tarjeta’. Cuantos, sinceros, obviamente, esfuerzos para explicar que lo increíble era cierto y que, nada que hacer, pues que pena con Tigo pero es la verdad, mira..o sea, maldita sea con Tigo.
Y al otro lado ese anónimo vengador tecnológico de 5ª categoría sin posibilidad de recibir reclamos exaltados y menos de excusar las incomodidades que son por su bien, ni lo sentimos mucho se cayó la red ni sistema de respuesta automática ni mensaje SMS ni portal ni telefonistas ni contestadora que no moleste más que no lo vamos a comunicar con ningún operador ni asesor pues estamos en mantenimiento.
Y allí, creo, se mantienen: agazapados, impunes, despóticos, guarnecidos por 2 de las más poderosas empresas de telecomunicaciones, socias secundarias pero fundadoras de la tal compañía que tanto prometía y jamás, parece, cumplirá.
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