Alguien, al observar una extensa fila de personas que seguía las instrucciones del guardián de turno para que se alinearan frente a un despacho público preguntó con agudeza: “¿Eso es lo que llaman Gobierno en línea?”.
El ingenioso comentario devela el fracaso de muchas entidades públicas (y también privadas), para utilizar las tecnologías digitales en favor de los clientes, usuarios ó ciudadanos.
Formas obsoletas –de la época de la pluma de ganso y el papel carbón- se siguen aplicando en muchas partes sin rubor y, lo que es peor, son defendidas por los fanáticos de las largas filas alienadas frente a las ventanillas.
Falsas esperanzas
Por eso, suena esperanzador el anuncio de que –una vez más- se va a combatir el exceso de trámites. En esta oportunidad se le asigna la tarea a la denominada Agenda de Conectividad (que subsiste, aunque sigue sin hacer mayor cosa) y al Dpto. de la Función Pública (dechado de anacronismos estatales).
Sin embargo, una lectura cuidadosa de la información despeja esas esperanzas: el proyecto no busca eliminar trámites innecesarios ni simplificar ni agilizar (como en su momento se lo propuso un programa que a resultas de la expedición de la Constitución Política del 91 creó la Presidencia de la República). Sólo busca optimizar la cadena de trámites.
Consultora española, claro
La redacción muestra la claridad de los objetivos que persigue esta encomiable iniciativa. En efecto, el proyecto busca:
- acompañar a las entidades en el proceso de
- identificar la situación de las cadenas de trámites para
- clasificar a partir de criterios preestablecidos y
- plantear los criterios para
- priorizar y definir una metodología idónea a fin de
- sustentar la formulación de un plan estratégico
Y, para que nada falte, se cuenta con el respaldo de una consultora (española, claro, de dudosa reputación) y de una universidad local encargadas de seleccionar 5 cadenas prioritarias de trámites.
El pasado no perdona
Blogestión invita a sus lectores a sumarse a esta cruzada en pro de la optimización de las cadenas de trámites. Con su concurso será posible extender más las líneas indias ó filas digitales (que, para el caso, son sinónimas) frente a despachos públicos, oficinas gubernamentales, ventanillas únicas, etcéteras.
Enseguida se presenta la descripción de un trámite ¿O de una cadena? (la diferencia la debe establecer, supongo, la consultora española sin dudosa ortografía), que para muchos conciudadanos es ¡Campeón!
Nos referimos nada más y nada menos que al pasado (per) judicial o certificado de antecedentes (per) judiciales que entrega el ilustre y nunca bien estimado Departamento Administrativo de Seguridad DAS.
Libreta verde de 10X6.5 cms
¿Quién para emplearse en una empresa privada o entidad pública, suscribir contratos, viajar al exterior y otras actividades no ha tenido que presentar el certificado judicial?
Se trata, como ustedes bien saben, de una libretita de 10 X 6.5 cms de plástico verde oscuro, con leyendas externas en mayúsculas sostenidas de rechinante dorado. Dentro la foto del ciudadano, su huella, los consabidos sellos y datos escritos en letras torpes, a mano (quizás diestra para menesteres menos civiles) y frente, el número de la certificación y ésta que sostiene que el mencionado ciudadano NO tiene asuntos pendientes con las autoridades judiciales, como lo certifican sellos y firmas ilegibles.
Para obtener el documento antes había que hacer una fila infinita. Ahora, cosas de la modernización, la cita se consigue por vía telefónica. En Medellín dizque las dan por Internet y en Cali por estos días ampliaron los horarios de atención.
Con 2 fotografías de 3×3 cms y 30 mil pesitos, el parroquiano o parroquiana debe acercarse a la sede del DAS de su municipio. Igual hay que hacer fila así que lo recomendable es llegar con antelación antes de la cita. Y para no alargar esta nota (no la fila), en una próxima entrega describiremos lo que sucede adentro.
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