Un hecho trivial (la publicación de la entrada #100 en este blog), origina una especie de balance que, por el rumbo de las circunstancias actuales, puede resultar pesimista.

Como si nada

Las ciencias y las tecnologías en general (la información y la comunicación, en particular) presentan un desarrollo que debe calificarse, sin exageración, de extraordinario. Pero, para las dirigencias estatal, empresarial y académica, las cosas siguen como si nada.

Para esos sectores, estas cuestiones apenas merecen unas alusiones superfluas y demagógicas, pero cero esfuerzo distinto al de vender equipamiento (que es lo de menos, ya todo el mundo tiene aparatos de todo el mundo y los cargos de acceso se reducen a diario). Para nada les interesa incorporar el conocimiento y la información a los procesos económicos y sociales.

Letra muerta

No hay políticas, es queja frecuente, por lo que cabe preguntar ¿Qué se entiende por políticas?

¿Acaso estatutos de telecomunicaciones, ciencia y tecnología, educación, etc. que caducan no bien se promulgan, sin que sus creadores (poco creativos), adviertan la rápida obsolescencia e insistan en querer regular procesos vivos con letra muerta?

Los caprichos de funcionarios (que promueven gobiernos en línea, conectividades sociales, informáticas educativas, portales interactivos, municipalidades digitales y regiones apartadas), para alinear a la población bajo una sola filosofía, la de ellos, y alimentar apetitos sórdidos, los de ellos ¿Son políticas? De ser así, hay exceso de políticas como carencias de integridad y eficiencia.

Costra de apologías

También abundan, en nuestro medio, la ignorancia y la superficialidad frente a estas cuestiones de la ciencia y la tecnología. Casos hay por montones y unos pocos se han mostrado aquí, a modo de ilustraciones. Creo que de poco y nada han servido.

Cuando se cree que algo funcionó antes (no importa si bien o mal, simplemente se cree que funcionó), suena desatinado proponer una verificación. Así, las certezas se amontonan en la mentalidad dominante y la cubren con una costra de apologías falsas e indestructibles.

Así, las experiencias se convierten en prejuicios, fósiles de hechos rebasados por el mundo embalado. El dominio del pasado inhibe las transformaciones y convierte en sediciosos a quienes promueven la adaptación a las nuevas realidades.

Una canción delante

Por eso es mejor, más cómodo, rentable, práctico, conveniente, prudente, ventajoso y satisfactorio mantenerse aferrados a las viejas certezas (también llamadas principios) dando la apariencia (pero sólo la apariencia), de estar con y por la renovación.

(De pronto, divago, sentí que no sólo me refería a C&T si no al trabajo, el país, la vida, la literatura, la política, el amor, tú. En fin. Digresiones de mediodía con hambre y sin ti. Aunque, es posible que esas cosas tengan mucho en común).

Sin embargo (por alguna razón que desconozco y de la que reniego), prefiero apacentar en la franja incómoda, desventajosa, versátil, discordante, temeraria y necia donde se mudan los aires antes de salir al filo del camino, con pocos bártulos liados a la espalda y una canción delante “Harto ya de estar harto, ya me cansé…”

albricias.blog@gmail.com

——–