País que no sabe manejar sus aguas está, como los niños, en su primera infancia. De ahí la vergüenza que produce el hecho de que -después de 5 siglos de proceso “civilizador”- no hayamos aprendido algo tan elemental como el manejo eficiente de los recursos hídricos.
Una extensa cloaca
El Yuma, río amigo de la población indígena precolombina, se convirtió en el Magdalena: una cloaca de 1600 kilómetros de longitud donde el país arroja sus detritus sin ninguna consideración, temible cuando llueve e inútil cuando no.
Mucho bambuco y discurso patriotero exalta la grandeza del Magdalena que ocupa cerca de la 3ª parte del territorio continental, en su área de influjo vive el 70 por ciento de la población nacional y genera la mayor parte del PIB, de energía y producción agropecuaria.
Que no es de nadie
Y a mí ¿Qué me importa? Como a los chinos meones, poco incumbe el hecho de que ese territorio se está desertizando, que la población muera de hambre, paludismo, moto-sierrismo, guerrillerismo o ahogamiento, que los cadáveres pueblen las aguas y que, además, la producción corra pareja con la destrucción de incontables bosques y selvas y todas sus riquezas incluidas.
Algunos cálculos indican que si cada una de las corporaciones autónomas regionales, departamento y fundaciones ambientales (sin incluir municipios ni autoridades locales, comprometidas con la corrupción que encharca los arenales del río y sus afluentes), se ocupara de cuidar uno de los 1560 kilómetros…la situación sería peor o, al menos, similar, ninguno entiende el precepto roussoniano de que lo que no es de nadie es de todos.
De Bastidas a Yidis
La experiencia de la Autoridad del Valle del Tennessee aquí se intentó (y funciona, mal que bien, en algunos aspectos en la CVC y quizás por eso el otro gran río, el Cauca, presenta problemas a menor escala), pero no se aplica, como debería al Magdalena.
En éste han predominado, desde Bastidas hasta Yidis, la postración de un estado que jamás pudo superar los micro-poderes locales para garantizar la prevalencia del interés nacional. Corpomagdalena, creada a resultas de la Asamblea Constituyente del 91, con un presupuesto ostentoso, parece más un concilio clientelista en Barranca que una entidad capaz de devolver al Yuma su antigua índole y al país su condición adulta, capaz de manejar sus aguas y, si las mata, de al menos darles digna sepultura.