La normativa sobre Gobierno en Línea es un claro ejemplo de lo que NO debería hacerse en Internet pero que, por soberbia, se convierte en una cosa copiosa, copiada, redundante e inservible. (Ojala no se me pegue el estilo).
No hay sino que ver el “Manual para la implementación de la Estrategia de Gobierno En Línea de la República de Colombia”, un fatigoso esperpento de 30 apretadas páginas que se define a sí mismo como “…el Qué y el Cómo para publicar información y proveer trámites y servicios del Estado por medios electrónicos…”
SARTA PEDANTE Y ENREDADA
Los propósitos son, como en todo documento oficial que se respete, los de “…garantizar la calidad, oportunidad, accesibilidad, uniformidad y confianza en la información y servicios institucionales ofrecidos por medios electrónicos, ya que hay que asegurar y facilitar el acceso y ubicación a información, trámites y servicios útiles y de interés ciudadano…”
La redacción, como puede verse, una sarta pedante y enredada de términos sin sentido, con la finalidad de descrestar provincianos cual consejo comunal.
BODRIO TEdNOLOGICO
Demagogia fachosa, reglamentación abusiva (pretende imponerse el dichoso Manual a todas las entidades sin distinción de características, demografía o dimensiones con lo cual resultan lo mismo, a ojos de los burócratas de la Agenda de Conectividad, el Distrito Capital y un distrito de riego en Labranzagrande, o el departamento del Amazonas con el administrativo de seguridad: además de su ignorancia de la Web, desconocen el país y el aparato que pretenden dirigir), canon ridículo que refleja enterito el ideal rupestre de un mandatario chalán con sombrerito agüadeño y otros diminutivos.
Un auténtico bodrio detrás del cual se nota la influencia de proveedores, relacionistas, asesores de imagen y de los otros, metidos todos ahora de expertos en teDnologìas (como pronuncia la ministra de comunicaciones) de la información y la comunicación; aguzados por las uñas doctrinarias del Opus Dei y un estólido humor…pachuno.
Se mantiene aquí la creencia de que el simple enunciado de un decreto resuelve los problemas de la realidad. Pero lo más grave es el fervor con que directivos y técnicos de las entidades acogen el “Manual” como si fuesen las tablas de Moisés. Debe ser porque les ahorra el trabajo de examinar la utilización de Internet por su propia cabeza.
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