«Por plata, solían decir los abuelos, no se preocupen que plata no hay«. Y, cobijados por ese lema, que era cierto casi siempre, emprendieron obras tan asombrosas como la Independencia y la creación de la República, la construcción de los ferrocarriles, la misión corográfica, la colonización de selvas y llanuras, la navegación por el Magdalena y otras muchas deterioradas hoy por el tiempo y el olvido.
Ineptitud y mezquindad
Por eso, alegar la insuficiencia (evidente) de recursos financieros para no adelantar los proyectos que demanda el país para su modernización, refleja la ineptitud y la mezquindad comunes a esa clase «dirigente» conformada por políticos, terratenientes, magistrados, gobernantes, periodistas, empresarios y traficantes, militares, guerrilleros y paracos que copan el espacio político y mediático, el erario y los altos cargos públicos y privados.
Ineptos son pues no cumplen su función primordial que consiste, precisamente, en GESTIONAR es decir, en conseguir los recursos que hacen falta para el desarrollo del país, mediante la movilización inteligente y sistemática de lo que Sí se tiene.
Y son mezquinos ya que desaprovechan inmensos recursos disponibles: ese formidable capital intelectual presente en tanta gente formada, íntegra y dispuesta a contribuir al progreso, a condición de que se le ofrezcan condiciones dignas e ingresos justos.
Pero no. La dirigencia, en todos los ámbitos e ideologías, prefiere las mañas de zorro viejo y rechaza la investigación y la capacidad crítica que se necesitan para afrontar los retos del entorno actual.
Negados al avance
Quizás por ese obscuro temor que los estúpidos con éxito siempre han sentido ante los espíritus lúcidos y divergentes, reprimen las expresiones innovadoras, aunque disimulan su índole con cierta inclinación hacia la moda y lo frívolo.
En ese sentido es cuando menos lamentable que las políticas «nacionales» de ciencia, tecnología e innovación estén diseñadas para responder a modelos obsoletos y que en modo alguno corresponden con las realidades y dinámicas actuales.
Más parecen trampas normativas para pescar incautos y servir a ciertos intereses económicos, políticos y académicos que, con el consabido «no hay plata» niega una pobre financiación a proyectos que lo requieren.
La investigación, el desarrollo y la innovación en temas cruciales para la producción de riqueza y conocimiento en regiones, departamentos, distritos y municipios demanda sumas probablemente inferiores a lo que cuestan consumos superfluos, pautas propagandísticas o contratos innecesarios.