No se requiere mucha lucidez para deducir que la
crisis económica actual involucra -como solución y como causa- a las
tecnologías informacionales. Pero, como lo ha señalado tantas veces alguien tan
lúcido como Paul Krugman, quienes gobiernan el mundo no son precisamente
ejemplo de cordura.
Los ejemplos son infinitos. No hay que ir muy
lejos para encontrar algunos émulos de Madoff y, lo que es peor, de quienes hoy
posan de incautas víctimas, cuando en su momento se creían avispados
inversionistas: no hay sino que mirar la lista de perjudicados para encontrar
firmas de prestigio con cara de pobre viejecita tumbada.
Vehiculo, combustible y
pista
Desde los barruntos iniciales de Marx se sabe que
el dinero es un medio variable que va de metal a papel, de moneda a título-valor,
de nota contable a chisme bursátil sin perder su esencia. Y las tecnologías
informacionales sirven, al mismo tiempo, de vehículo, combustible, motor y
pista para que las inversiones vayan tan rápido como cualquier otra
información.
La solución no está, obviamente, en prohibir las
transacciones por Internet como no lo estuvo en el Crack del 29 en reducir el
gasto público.
La crisis obliga a re-pensar el mundo (incluida la
economía como un tema más, no necesariamente el más importante), incluyendo las
tecnologías de la información y la comunicación y, desde luego, como aspecto
fundamental, la propia Gestión del Conocimiento.
Grave, grave
Un hombre inquieto por estos temas, Javier Hoyos hace más de una década.
Angulo, mencionó hace poco ciertas opiniones pseudo-académicas que niegan la
posibilidad de gestionar (Management) el conocimiento (Knowledge). Desde luego, él rechazo tales argumentos simplones y que se siguen repitiendo desde cuando Nonaka, Stewart y Edvinsson publicaron los primeros trabajos sobre el tema,
Con semejante mentalidad, se explica porqué varios
dirigentes políticos estén pensando que la salida de la crisis está en gravar la
minería y la agricultura…