Incalificable la conducta de
quien tituló una nota, aparecida en este diario, sobre una supuesta prohibición
de marchar contra Chávez en la Plaza de Bolívar de Bogotá.


No fueron una, sino tres, las
manifestaciones que no recibieron autorización por una razón de fondo: allí,
frente al Capitolio y el edificio Liévano, se presenta una muestra de arte en
apoyo a personal de la tropa colombiana herida en combate.


Pero, contrario a toda ética periodística,
el autor (o autora) redacta un titular mentiroso con el que busca, más que
confundir, hacer creer a los lectores que las autoridades distritales niegan
caprichosamente una solicitud de un sector ciudadano contrario al presidente
venezolano.

 

Para el mismo día, otro grupo
tenía proyectado marchar contra el presidente Uribe y un tercero en defensa de
los cerros Orientales. Recibieron la misma respuesta negativa por la misma
causa objetiva: el sitio ya estaba ocupado. Lo dice la misma noticia pero no lo
refleja el titular.

 

A menos de dos horas de aparecer
dicha publicación en la edición digital de este diario, la patraña ya había
alcanzado su objetivo: 250 comentarios, la mayoría de lectores que se quedaron
con el título y concluyeron superficialmente lo que el redactor (o redactora)
quería: poner a la opinión contra la administración distrital.

 

Grave daño al derecho a la
información hace esta grosera manipulación que, en cambio, alienta el odio
político, la xenofobia y fomenta críticas inicuas contra la Secretaria de
Gobierno Distrital y la Alcaldía Mayor

 

Estudiosos del manejo del
discurso (T. A. van Dijk, en especial), no dudarían en calificar éste como un
burdo ejemplo periodístico ¡Qué vergüenza! Y, lo peor, que seguramente quien
redactó ese título falso recibirá el aplauso cómplice de los editores, con lo
que tal tipo de prácticas se reproduce, igual a como sucedía con los ardides propagandísticos
nazis.