Movimiento Informacional popular
(En un computador encontrado en una silla de transporte público de una capital latinoamericana, se encontró este Manifiesto. Lo publicamos enseguida ya que guarda extraordinaria semejanza con uno, similar, publicado por unos tales Marx y Engels en 1848).
Un fantasma recorre la Web: el fantasma de los movimientos informacionales populares. Contra este fantasma se han conjurado en santa alianza todas las potencias anacrónicas: Amazon y la Merkel, Obama y Microsoft, Isabel II y Arabia Saudita, la academia sueca, traficantes somalíes, narco-políticos paisas y falangistas españoles.
No hay un solo miembro de la oposición que no acuse a los gobernantes de manipular información, ni un solo mandatario que se abstenga de usar las tecnologías informacionales en contra de sus propios ciudadanos: todos, radicales y reaccionarios, se lanzan entre sí el calificativo estigmatizador de filtradores.
De este fenómeno se desprenden varias consecuencias. Una, el reconocimiento de que la información determina en la actualidad las relaciones de producción, experiencia y poder; por lo que se requieren urgentemente estructuras, ideas y mecanismos sociales compatibles con esa realidad.
Infinidad de gestores, blogueros, comunidades, navegantes, hackers y ciudadanos confluyan en todos los idiomas, formatos, lenguajes y plataformas para demostrar que la lucha histórica por el libre desarrollo de pueblos, las comunidades y las personas se focaliza hoy en impedir que se manipule la información en beneficio de intereses trátese de gobiernos, empresarios, financieros, jerarcas o jefes.
Figuras y seguidores, políticos y electores, mandos y burócratas, editores y espectadores; en una palabra emisores y receptores frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, una lucha que puede conducir a la transformación del régimen oprobioso y a consolidar las libertades de pensamiento, expresión y acción.
Los medios de información imprimieron un gigantesco impulso a las técnicas de reproducción, a la imagen y a las comunicaciones. Esos progresos redundaron considerablemente en provecho de las industrias culturales y del entretenimiento.
Pero, en la misma proporción en que se expandían el comercio, los viajes, los intercambios y el consumismo, nuevas élites y capitales paulatinamente desplazaron y esfumaron los valores y principios heredados de la era industrial. Hoy, las armas, con que la élite mediática se elevó, se vuelven contra ella.
Los conglomerados mediáticos no sólo forjaron las armas que han de acabarlos sino que, además, ponen en pie grandes contingentes de gestores de información y del conocimiento, hackers, wikileakers, blogueros e internautas que terminarán con sus privilegios.
¿Qué relación guarda una organización popular en la red con la sociedad en general? no debe ser una comunidad distinta de todas las que constituyen la sociedad. No tienen intereses propios que la distingan de los intereses generales de la población que produce, busca y utiliza las tecnologías para vivir, trabajar y avanzar en la realización de sus anhelos. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento popular en su conjunto.
Los movimientos informacionales populares no se distinguen de las demás comunidades populares más que por destacar y reivindicar siempre, en todas y cada una de las acciones, los intereses comunes y peculiares de todos, independiente de su idioma, nacionalidad, plataforma, medio, lenguaje básico, ancho de banda; para consolidar las libertades públicas y, cualquiera que sea el grado de desarrollo digital, mantienen siempre el interés enfocado en el conjunto de la sociedad.
Un movimiento informacional popular es, en la práctica, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los cybernautas del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas de navegantes su visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento popular.
El objetivo inmediato de las comunidades informacionales populares es idéntico al que persiguen millones de personas en el mundo e internet: generar conciencia en torno a la importancia social de la información, derrocar los privilegios de las élites mediáticas, políticas y económicas, llegar a la distribución social de las oportunidades, el desarrollo y el crecimiento intelectual.
Esas proposiciones conceptuales no descansan ni mucho menos en las ideas, en los principios forjados o descubiertos por ningún redentor o mesías: son expresión generalizada de las condiciones concretas de una lucha real y vívida, de un movimiento histórico que se está desarrollando a la vista de todos.
La abolición del régimen vigente para la información pública no es tampoco ninguna característica peculiar de nuestro movimiento. Las condiciones que forman dicho régimen han estado sujetas siempre a cambios históricos, a alteraciones históricas constantes.
Así, por ejemplo, la Revolución francesa abolió los privilegios feudales para instaurar sobre sus ruinas el control de las clases burguesas: lo que caracteriza a los movimientos informacionales populares no es la abolición de todo tipo de control sobre la información en general, sino la abolición del régimen de la burguesía, de esas instituciones estatales, eclesiásticas, económicas y mediáticas que aparecen como expresión última y superior pero que, en realidad, reposa sobre los abusos, la manipulación, el engaño y la mentira.
Mienten cuando se nos reprocha querer destruir el control individual sobre la información bien adquirida, fruto de la iniciativa y del esfuerzo humano, esa información que es para la persona la base de su libertad, el acicate de su actividad, la garantía de su independencia, la esencia de su identidad.
Esa información ya los conglomerados mediáticos se la han querido apropiar para utilizar en su beneficio egoísta: propugnamos por volver a los fueros de la libertad individual y por la socialización del conocimiento, rescatándolo de las jerarquías políticas, económicas, militares, eclesiásticas y mediáticas que lo usurpan desde hace siglos.
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