La extraordinaria expansión de
las tecnologías digitales se explica, en buena parte, porque ayudan a aumentar
las capacidades y a mejorar el desempeño personal y colectivo.
Aun así, las tecnologías -a
pesar de las similitudes entre el funcionamiento de la mente humana y el de
algunos dispositivos electrónicos «inteligentes«- son complementos que no
reemplazan sino que facilitan,reducen la complejidad y aumentan la riqueza de experiencias inherentes
a las personas, como la conversación.
Charla espontánea y libre
Con todo y el auge de la Web
2.0, las redes virtuales y los dispositivos de última generación; la conversación
se mantiene como escenario donde se generan y encuentran ideas, sentimientos,
emociones y aprendizajes imposibles de obtener por vías diferentes a la
interacción presencial;
La conversación es primordial entre las interacciones sociales de las que surge conocimiento: en
ella se expresan espontánea y libremente, puntos de vista y opiniones que
-sin altos grados de elaboración o preparación previa- se refieren a temas, intereses
y necesidades afines al desarrollo de los interlocutores.
Como señala el filosofo del
aprendizaje Lev Vigotsky, en esos intercambios hablados, racionales e intencionales,
de experiencias y pensamientos se generan muchas, sino todas, las
transformaciones de comportamiento, así como decisiones, actuaciones y criterios para coordinar y actuar en colectivo.
Del mundo un café
Desde luego, las TIC facilitan y
dinamizan los intercambios, amplían la información y la distribuyen. Por eso son
cada vez más importantes. Pero difícilmente pueden anular la presencia humana
en algún momento del ciclo experiencia – pensamiento – conversación – aprendizaje – cambio – nueva
experiencia.
El creciente reconocimiento de
la conversación se manifiesta en metodologías como la del World Café: unas
propuesta que impulsa la conversación sobre temas de interés público y que se
define como «una forma intencional de crear una red viva de conversación en
torno a asuntos que importan… un proceso creativo que lleva a un diálogo
colaborativo, en donde se comparte el conocimiento y la creación de
posibilidades para la acción en grupos de todos tamaños».
La intención es obvia: aproximarse
al mundo como si fuese un café donde la gente se encuentra alrededor de una
taza humeante para charlar sin una agenda estricta.
En muchas ciudades se han
realizado jornadas de World Café para promover
la participación ciudadana. Las de Bilbao, con el auspicio del
gobierno local y Radio Euskadi, han llegado a congregar más de 1.200 personas
en torno a temas como el futuro del País Vasco, la utilización de las TIC para
el desarrollo y la identidad cultural.
Dice Peter Senge que «el World
Café no es sólo un método eficaz de participar en la creación colectiva. Es
también una impactante metáfora sobre cómo transformar nuestro pensamiento
sobre el trabajo en general y sobre por qué las organizaciones tienen éxito o
fracasan en su función como vehículos de creación colectiva en particular
quizás porque «consideramos que no tenemos permiso para centrarnos en los
asuntos que realmente nos importan, o porque realmente nos impiden que lo
hagamos«.