Según dicen que dijo Dania, la protagonista del escándalo con los agentes
secretos de Obama en Cartagena, a partir de ese hecho su vida tuvo un giro de ¡60
grados!

Aunque parece que no son mucho (no alcanzan para doblar una esquina, pasar
una página o cambiar el rumbo de una vida azarosa), los 60 grados de Dania son la
medida perfecta de quienes prefieren no ver lo que pasa a su lado y desconocer
lo que ocurre a sus espaldas.

En un contexto habituado a cambiar «de a poquitos», esos 60 grados son
suficientes para andar sin sobresaltos, sin tomar en cuenta otros puntos de
vista que eventualmente obliguen a modificar el camino seguido hasta el
momento.

Algo así sucede, por ejemplo, con las reformas que pretenden reducir los, digamos
¿140 grados? alcanzados por la Constitución del 91. También con las políticas
que buscan equilibrar el crecimiento económico, la estabilidad monetaria y el balance
fiscal; o con las relaciones sociales de producción, experiencia y poder,
cuando solo toleran leves variaciones.

Omisiones de conducta

Dania (igual que sus congéneres en los ámbitos de la política, la economía
y la cotidianidad) evita reconocer la influencia de su propia conducta en los hechos
que la llevaron a variar el rumbo de sus rumbas.

Con argucias dignas de la mejor retórica se define a sí misma como una
laboriosa dama de compañía, free-lance
de las relaciones públicas, con capacidad de ampliar su oferta a todo postor que
cuente con el dinero, el prestigio o el renombre que ella necesita para avanzar
en su campo profesional.

Demasiado parecido con los congresistas que se precian de ser paladines de
la democracia y defensores del interés republicano, mientras traman en su
propio beneficio.

O con ciertos medios que se pretenden guardianes de la verdad cuando en
realidad son diestros manipuladores de la opinión pública.

O con algunos ejecutivos que, enfundados en el discurso de la eficiencia,
encubren la ineptitud al paso que engordan sus cuentas bancarias.

O con muchos negociantes disfrazados de empresarios socialmente
responsables
, que persiguen el lucro sin ninguna consideración ética,
ambiental ni social.

O con los subordinados que defienden su complicidad en tales intrigas bajo
el argumento de que, únicamente, cumplían órdenes.

Nociones vagas

La destreza con que Dania se desplaza en su arco de 60 grados, entre su amor
al trabajo y su trabajo de «amar«, brinda la ventaja adicional de poder
conservar la misma fachada, similar al semblante ecuánime del magistrado cuando
dictamina, al aplomo de quien ignora los términos del decreto que suscribe o al
descaro del locutor que difunde a sabiendas una información tendenciosa.

Las nociones de ética, dignidad, bien común, compromiso, etc. no les
inquieta pues solo buscan quedar -y quedan ante jefes, colegas, subalternos,
prensa y público de la farándula– como profesionales diestros por su capacidad
de moverse en el estrecho, pero cómodo, espacio de los 60 grados al que reducen
el mundo.