«Yo
pensaba que era incapaz de influir en algún cambio del planeta y que lo único
que me quedaba por hacer era lamentar
nuestra situación actual. Pero Avaaz ha cambiado mi visión del mundo»,
asegura la activista uruguaya Virginia Marroche.
En
efecto, con estrategias basadas en el uso de las TIC se aseguran logros
concretos en materias como los derechos
humanos, la libertad, la democracia y la sostenibilidad ambiental siempre
que se convoque una amplia participación con propuestas coherentes y consistentes.
Lo
demuestra el éxito de movilizaciones en Internet adelantadas por Avaaz (con 16
millones de miembros en 194 países: Brasil y Francia tienen cada uno más de un
millón de adscritos, mientras Nauru sólo 33 y Montserrat apenas 30), que han derrotado decisiones y acciones políticas,
económicas, mediáticas y militares en muchas partes del mundo.
Consistencia y coherencia
«Estamos
en la Era del Conocimiento y no carecemos de información. El reto que
enfrentamos es ser coherentes entre lo
que decimos y lo que hacemos y Avaaz es un gran ejemplo de cómo encontrar
el coraje y el tiempo para hacerlo, sostiene Gabrielle Andrew, de Sudáfrica.
Así,
esas campañas acopian la voluntad de
millones de personas mediante estrategias desplegadas global e instantáneamente
y en las que cada quien respalda lo que
es de su interés con sólo escribir su dirección de correo e invitar a otros
a que se sumen.
A
diferencia de otras iniciativas con estructuras rígidas, personal propio,
presupuesto y mando centralizado; Avaaz cuenta con un núcleo de activistas que actúan como matriz coordinadora en la selección
de temas, la redacción de llamamientos, el envío y la firma de peticiones,
llamadas a personajes y protestas presenciales.
El ambiente: por el planeta
Luego
de que la junta militar birmana bloqueó toda ayuda humanitaria externa para las
víctimas del ciclón que en 2008 dejó más de 200 mil muertos y cuantiosos daños
materiales, Avaaz recaudó por la Web más
de 2 millones de dólares para la compra de alimentos, medicinas y
materiales de emergencia, de cuya distribución se encargó una red de monjes
birmanos que trabaja directamente con las comunidades afectadas.
La
primera campaña sobre el cambio climático la adelantó Avaaz en 2007. En 2009, con
motivo de la cumbre climática, se efectuaron más de 2.600 encuentros en 135
países: millones de firmas suscribieron un mensaje dirigido a líderes
mundiales, medios de comunicación y dirigentes políticos, incluidos los
ministros de medio ambiente de todos los países del G8, los delegados oficiales
y responsables de políticas que lesionan gravemente la estabilidad climática.
Algo
similar ocurrió durante la reunión de G8 en L’Aquila, Italia y en Copenhague cuando
jóvenes de todo el mundo entregaron una petición y leyeron en voz alta los
nombres de cada una de las 15 millones de personas que reclamaban un acuerdo justo, ambicioso
y vinculante de los gobiernos en relación con el cambio climático.
Indígenas
brasileños lograron parar el proyecto de la represa de Belo Monte mediante la
entrega de más de 600 mil firmas de miembros de Avaaz en Brasil y todo el mundo,
a los que se sumó una declaración de la OEA que descalifica esa construcción por
considerarla violatoria de los derechos humanos de las comunidades aborígenes.
La vida: por los derechos
Cientos
de carteles instalados en estaciones del metro de Washington DC, financiados con aportes de miembros de Avaaz,
sirvieron para pedir la eliminación de las torturas en tanto práctica ilegal e
inmoral utilizada por terroristas y algunos mal llamados gobiernos
«democráticos», incluido el propio de los Estados Unidos. En el mismo sentido
se pidió el cierre de la prisión de Guantánamo, lo que creó gran revuelo en los
círculos políticos de la capital norteamericana.
Una
petición al gobierno de Sudáfrica para afrontar la práctica de las «violaciones
correctivas» (una repugnante racha de violaciones a lesbianas dizque para
«sanarlas») fue inicialmente ignorada. Pero cuando supero las 170 mil firmas,
el gobierno empezó a prestarles atención: con casi un millón de adherentes, los medios tradicionales se vieron obligados a prestar atención a la lucha contra esos crímenes.
Sólo
un día después de que 317 mil miembros de Avaaz hicieran un llamamiento al director
ejecutivo de la cadena de hoteles Hilton
está aceptó capacitar a 180 mil de sus empleados en la aplicación de un
código de conducta a fin de detectar y prevenir la esclavitud y el tráfico sexual de
niñas y mujeres en sus establecimientos dispersos por todo el mundo.
Igualmente,
Avaaz colaboró con líderes religiosos y activistas de derechos humanos para entregar
una petición con 450 mil firmas al relator del parlamento de Uganda, contra un
proyecto de ley que pedía la pena de muerte para homosexuales en ese país. El
proyecto fue aplazado y algunos opinan que podría ser abandonado.
La gente: por la libertad
«Avaaz
representa el poder que la gente tiene para darle forma al futuro para que éste
sea tal y como así lo deseen. Se trata de un espacio parlamentario con más
fuerza y más dinámico que Naciones Unidas y que todas las demás organizaciones
internacionales combinadas. En mi opinión, Avaaz significa esperanza y me ha
inspirado a centrar mis esfuerzos en promover un desarrollo impulsado por la
gente». Ibrahim Ceesay de Gambia.
En
febrero de 100 mil canadienses miembros de Avaaz suscribieron un mensaje contra
la propuesta de abrir un canal de televisión que transmitía información engañosa
y contraria a las prácticas del periodismo independiente, al peor estilo Murdoch,
y que en el Reino Unido enfrentó una campaña tendiente a ampliar un debate
público sobre las intervenciones ilegales de teléfonos de un número de
políticos.
En
el mismo sentido, se recogieron 70 mil firmas e hicieron miles de llamadas
telefónicas al Parlamento italiano contra un proyecto de ley que pretendía censurar la publicación de críticas contra el gobierno encabezado por Silvio Berlusconi.