Celebrar el Día
de la libertad de software en Cartagena de Indias tiene mucho de
emblemático tanto por la larga historia de luchas que la ciudad libró contra el
asedio de los corsarios, como por su condición de sede de los piratas de la Web.
Mientras éstos se reúnen en los salones de la
universidad y en los bares estudiantiles para analizar apasionadamente el
mundo, algunas turistas deambulan entaconadas por las plazoletas con la indolencia derrotada de Vernon, pegadas
a su smartphone.
Desafiar o
acomodarse
Las tecnologías y dispositivos digitales conforman la infraestructura
global de la red donde toda una gama de tendencias,
sentimientos y anhelos se encuentra, se expresa, se relaciona y actúa es
decir coexisten como elementos de una misma estructura social.
En ese entorno diverso y complejo que es la sociedad-red la libertad pasa por el
conocimiento puesto que para lograrla y amtenerla, es perentorio esclarecer las
formas cambiantes que adopta el poder. A partir de ese saber, cada quien elige si
desafiar, o acomodarse y cómo, a los abusos
e infamias de la dominación.
Quizás quienes optan por la comodidad consideran más
fácil, seguro y atractivo surtirse del arsenal de ofertas mediáticas, simbólicas y litúrgicas que producen las industrias ideológicas y el marketing; sin considerar si así clausuran
sus libertades de opinión y pensamiento, ceden su dignidad y renuncian
a la independencia de sus criterios.
Paraje idílico
de las identidad
De ahí que -como lo afirma nadie menos que Tim Berners-Lee-, es indispensable terminar todo tipo de censura en la Web (y
fuera de ella), para asegurar la libertad, la solidaridad y el respeto a los demás: este es
el mayor reto que enfrenta el futuro de Internet y, por consiguiente, la sociedad.
Por supuesto hay por superar también otros obstáculos
para que la Web se convierta en ese paraje idílico donde, a través de sus propias y libres expresiones, comparten
y conviven las múltiples identidades, culturas, lenguajes, creaciones, individuos
y colectivos.
El hecho de que Internet sea aún inaccesible para un tercio de la población mundial (aquella
que subsiste mayormente en barriadas humildes, en la cuenca islámica, en África
y en extensas regiones de Latinoamérica), impide a infinidad de personas ejercer
a plenitud su derecho a la libre expresión, que es la esencia de la libertad,
además de acallar, perseguir y segregar las voces alternativas.
Alternativa al poder
Por sobre enormes dificultades innumerables
comunidades, grupos y colectivos, elaboran,
reproducen y difunden sus propios contenidos, adelantan acciones de
resistencia y construyen redes alternativas
en donde convergen ricas experiencias y valiosos conocimientos contrarios a los
intereses de las elites dominantes.
Por la Web, además, fluye incesante y sin control el capital financiero global
que impone y define a su capricho el rumbo de los mercados, las cotizaciones, las tasas y los
rendimientos.
La libertad de los ciudadanos en el entorno digital requiere
tanto de gobiernos como de políticos y empresas mediática que se abran a la participación efectivamente democrática,
para lo cual deberían abandonar prácticas restrictivas y engañosas
manipulaciones que, al contrario de las verdaderas necesidades sociales, favorecen
el mal gusto, el fariseísmo ético y la frivolidad.
Participación
y contaminación
Muchos proyectos que se adelantan con la supuesta
finalidad de democratizar el acceso a Internet de hecho sirven para reproducir
los intereses burocráticos, autoritarios y contrarios a la participación y la
autonomía de los individuos.
Así sucede con ciertos proyectos que buscan inundar un
territorio con puntos de acceso wi-fi,
pero sin articularlos a plataformas que involucren efectivamente a la gente desde
sus propias estructuras y lenguajes, con sus propios contenidos e iniciativas.
Está demostrado que personas y organizaciones con
proyectos ciertos y autónomos de vida, aprovechan estratégicamente a Internet
tanto para aplicar conexiones globales a operaciones locales como para
enfocarse en lo que quieren y necesitan y desarrollar el pensamiento crítico que
previene los efectos nocivos de la «contaminación
cultural» en el entorno digital.
Tal aprovechamiento implica, necesariamente, la
realización de acciones colectivas pues, en tanto integrantes de una sociedad,
las personas sólo pueden actuar en los espacios comunes.
Hoy, para el caso, la geografía común es la Web esa «creación libre de amantes de la libertad»
en la que, al decir de Castells, «con la participación en la producción
cultural de los medios de comunicación de masas y el desarrollo de redes
independientes de comunicación horizontal, los ciudadanos de la Era de la
Información son capaces de inventar
nuevos programas para sus vidas con los materiales de sus sufrimientos,
miedos, sueños y esperanzas«.