Por efecto de la crisis, el modelo de Estado construido en
Europa tiene que cambiar, según afirma el
hombre más rico del mundo
, el empresario mexicano Carlos Slim aunque,
agrega, la crisis -resultante de los cambios tecnológicos- irradia a toda «la
civilización» más allá de un régimen en particular.

Sin embargo, tales planteamientos (que a primera vista
parecieran ser resultado de juiciosos
estudios académicos
), no alcanza a ocultar la propósito de muchos
negociantes de invertir y tomarse ciertos activos de su interés en el Viejo
Continente, mediante las mismas patrañas que han usado con éxito en
Latinoamérica.

La corrupción: forma
eficaz de enriquecimiento

El conglomerado de Slim se sostiene sobre la explotación de
recursos públicos despojados a gobiernos (y, si la ocasión lo amerita a otros
inversionistas privados) con la complicidad
activa de las elites corruptas
: lo hizo con Telmex, base de su emporio e, igual
que muchos de su especie, con infinidad de compañías en todo el Continente.

Sólo que ahora exhibe retorcidos análisis «históricos» para
exponer su propósito de meterse al rancho de Telefónica con los mismos medios
que esta, como tantas empresas trasnacionales, han usado para colonizar a Latinoamérica: la
corrupción, el chantaje y la coacción.

Su arma predilecta, la
simple y efectiva compra de políticos, altos funcionarios, líderes de opinión y
ejecutivos; les pone en bandeja las empresas (públicas o privadas), que les
interesa adquirir, les ajusta las condiciones a su antojo, silencian las
críticas y elogian la pericia gansteril del
dueño
llámese «padrino», «patrón del mal», el «caudillo» o «número uno»:
idénticos.

Leales vasallos

Los empleados así adquiridos transitan -sin solución de continuidad
y según las órdenes inexplicadas del jefe
por juntas directivas, ministerios, mesas de redacción, cátedras y curules;
leales, hasta donde les es posible.

Tan pronto como toman el control de una compañía y tras algunos
retoques cosméticos, siguen los despidos de personal[1],
el cambio de fichas, las alzas de tarifas, los abusos contra los clientes y el
deterioro del servicio…los mismos hechos que antes se emplean para ambientar la
privatización de los servicios públicos.

El inmoral contubernio entre voraces inversionistas, activos ilícitos, medios de información complacientes y gobernantes venales alienta en la red, desde Grecia hasta
Argentina, la circulación de información y dinero para aceitar esa máquina letal e inhumana
que es el régimen capitalista. Ninguna «civilización».

 

 

 

 



[1]
De los que queda, pues casi siempre se
prefiere hacer la tarea sucia antes de la compra-venta como cuando, con ejercito
incluido, se despejó a Telecom antes de ofrecerla a Slim y, finalmente, entregarla
a Telefónica en una operación que sigue manejando el actual presidente de
Telefónica Colombia: soberbio ejemplo de vasallo leal.