Durante mucho tiempo se consideró a El País el diario
por excelencia no sólo de España sino de toda Iberoamérica: un periódico cuyo
modelo, seguido por muchos medios, se apoyaba en un fino sentido de la
información, minuciosas investigaciones y un indeclinable compromiso con la libertad.
El diario fue el primer periódico de cobertura nacional
que salió después de la muerte del dictador Franco. Su mayor esplendor, consideran
muchos, lo vivió bajo la dirección de Juan Luis Cebrián quien desde ahí alcanzó
casi la altura (es un decir, aunque sí coinciden en la estatura ética) de Berlusconi, a quien se asoció recientemente.
En efecto, la decadencia que afronta hoy el periódico
-y el grupo Prisa en su conjunto- van de la mano con la transformación de
Cebrián en un empresario ambicioso,
desalmado y frío; contrario por completo a toda esa trayectoria que siguió,
hasta casi conseguirlo, para ser considerado un intelectual neto.
Cebrián, quien recorre ahora reputados escenarios internacionales
disfrazado de demócrata y progresista,
dictamina con argumentos de pacotilla que sus seguidores se tragan como
píldoras para la inteligencia, que la crisis económica se causó, según él, por la
carencia, de un modelo de negocios
consistente con las realidades del entorno digital.
Mientras tanto, elude hablar de los despidos que
destruyen la carrera y, de paso la vida, de cientos de profesionales que, bajo
su conducción, crecieron la empresa y algunos de los cuales desarrollan
importantes iniciativas de periodismo independiente en la red.
Por el desperdicio de talento, además de sacar a
quienes piensan diferente al magnate, se abre espacio a la improvisación de arribistas y trepadoras plegadas a los caprichos
de anunciantes y gobernantes de turno. Los costos en credibilidad son enormes.
Silencio ante la pregunta de un accionista: «¿Piensa
el Grupo Prisa que la libertad de expresión acaba dónde empiezan los intereses
económicos del Grupo?»
Un debate envilecido
Cebrián heredó de su padre -fiel servidor del dictador
Franco- la vena periodística. Antes de
cumplir 20 años, pero ya con dos títulos universitarios en su haber y la
protección benévola del círculo progenitor, fue nombrado jefe de los servicios
informativos de RTVE en el último período del «caudillo».
Como
cosa natural llegó a El País, precedido del prestigio adquirido en la
Transición, cuando predicaba por «un periodismo
que auspicie la verdad con criterios, a
partir del conocimiento de la realidad con el debate sobre sí mismo, sobre su
naturaleza, eficacia y capacidad para hacer frente a los numerosos retos que
tiene planteados«.
Ahora, convertido en el todopoderoso jefe del grupo
Prisa, devuelve sus pasos para ordenar con firmeza inalterable el despido de
antiguos compañeros, tan buenos o mejores redactores que él.
Se niega a debatir y a explorar alternativas distintas
a la de culpar, como cualquier vulgar burócrata, a las tecnologías, del
desastre.
El obscuro
club
Como culminación llegó casi simultáneamente a la Real
Academia de la Lengua, a la dirección de Prisa y al misterioso cenáculo de Bilderberg, un club minúsculo de banqueros,
monarcas, políticos y altos funcionarios que apenas si se menciona una media
docena de veces en El País durante35 años pese a que destacadas figuras
mundiales comparten asiento allí con Cebrián.
Por contraste, a los empleados, redactores y personal
administrativo de El País les niega toda participación en los asuntos del
periódico, pese a que los estatutos de redacción lo establecen.
Nunca se ha dado un debate amplio y profundo de la
situación, con el propósito de encontrar soluciones y eso escaló las críticas,
que llegaron a conocimiento público.
Entre
tanto, Cebrián
asegura que las instituciones no puede evitar -ni reducir siquiera- la
influencia de las mafias en la sociedad pero sí deben, al menos, tratar de «garantizar unas mínimas reglas aceptables
por todos que permitan solucionar los conflictos con la menor apelación posible
a la violencia«.
Ignacio fue elegido por su padre, Jesús de Polanco el
fundador, como sucesor al frente de Prisa. Con hábiles argucias de cortesano e intrincadas
movidas bursátiles, Cebrián le quitó el puesto.
Sí tienen
modelo
En la cruel paradoja de la persona que cree que mentir
bien es adornar bien las mentiras, hasta creérselas (lo que la convierte en
pésima mentirosa), el grupo Prisa cree que el problema está en ganar más dinero
a como dé lugar.
La gestión de Cebrián está plagada de controvertidas
decisiones: en poco tiempo elevó el
saldo de la deuda a más de 5 mil millones de euros, difíciles de paliar aún con
la venta de paquetes de acciones en Digital Plus, Santillana y Media Capital.
En vez de calmar a los acreedores y recuperar la
confianza de los accionistas, crecen las sospechas sobre su carácter mañoso, incapaz y fatídico «ludópata
bursátil».
La entrega de los principios del periodismo a los
intereses de la derecha aliada al gran capital y las mafias lo reproducen a pie
juntillas mandos, gerentes y directores de los medios agrupados en Prisa.
De ahí se esparce por salas de redacción, periódicos,
emisoras, canales de televisión, revistas, publicaciones en Internet, etc.-
cifrando el éxito en obtener el aplauso de los dueños del dinero, trátese de
banqueros temibles, especuladores insaciables, políticos corruptos, empresarios
deshonestos, traficantes y gobiernos cómplices.
Practican un periodismo incompatible
con las tendencias del entorno digital donde la gente se auto-comunica con
libertad y escapa de la manipulación de los conglomerados mediáticos; pero que
sí les representa ingresos, estandarización del pensamiento, todo para
complacer los intereses de aquellos a los que el genuino periodismo enfrenta en su lucha por la libertad y
la verdad, como lo señala Camus el sí
intelectual y consecuente luchador antifacista.
Consolidar
la independencia periodística y evitar todo tipo de manipulación (gratuita o
bien pagada) pasa por quitar, con inteligencia y humor, el ropaje a las
mentiras elaboradas en las salas de juntas para hacerlas pasar como verdades de
esas que caminan por la calle, altivas y risueñas, al lado de uno…
P.S. La estupidez
constante y agresiva y la cobardía planificada caracterizaron el trato de Prisa
y El País hacia el fallecido presidente de Venezuela Cdte Hugo Chávez. Actitudes propias de los fascistas así se enmascaren bajo una apariencia democrática.
Caricatura
tomada de : http://kaosenlared.net/component/k2/item/45309-el-pa%C3%ADs-un-mito-que-se-cae.html?tmpl=component&print=1