Influyen más que cualquier anuncio presidencial, tercian los intereses de la dirigencia económica, política y militar y definen la agenda de periodistas, líderes de opinión e informativos que, aparte de reseñas superficiales y efímeras, evitan analizar el impacto de estos hábiles traficantes de información.
Consultoría y acompañamiento
“Santos quiere consolidar la paz, pero ¿la de quién? la paz mental de los terroristas que aspiran a sucederlo en el poder”. Este trino, que podría atribuirse a un infotraficante al servicio de grupos fascistas en Colombia, fue publicado hace unos meses por un tal Jonathan Bilancieri, director internacional de medios digitales de RCN, un venezolano que, además, ofrece “consultoría y acompañamiento a la organización para el desarrollo de nuevos medios digitales y sus plataformas sociales”.
Para cumplir tal oferta, Bilancieri y sus congéneres deberían tener siquiera una parte de los conocimientos de Julian Assange, Jacob Appelbaum o Andy Müller-Maguhn (líderes en la dura batalla por la libertad de información y el futuro de internet) pero no.
En su lugar, estos traficantes de información resultan ser una confusa mezcla de relacionistas con rudimentos de estadística, propagandistas maniobremos que bocetan gráficos para venderse con la prolija verborrea de los mercachifles paisas.
Cantinas de soldadesca
Su precariedad conceptual y expresiva es deplorable. Siempre queda la duda sobre -si cursaron estudios primarios- en qué fundamentan sus currículos. Los caracteriza, en cambio, la intuición para hacer lo incorrecto en los lugares más inesperados.
Obsesionados por servir a políticos corruptos, empresarios criminales, funcionarios y mafiosos. Les fascina pontificar sobre temas de los que desconocen prácticamente todo. Peritos en divulgar rumores sospechosos y en vincular periodistas, delincuentes, congresistas y policías para extraer jugosas tajadas.
Bilancieri -con un alto cargo en el conglomerado informativo RCN- tiene, además, un puesto directivo en Ennovva entre cuyos clientes figuran los ministerios de TIC, interior, relaciones exteriores y el propio ministerio de defensa colombiano, tan inclinados a promover negocios y negociados alrededor de la violencia.
Afirma el mismo sujeto -con la arrogancia injuriosa, el estilo perdonavidas, la falta de profundidad analítica y la intromisión dañina de tales “estrategas y creativos”-, que “Santos quiere ser recordado como el pacificador de Colombia pero la historia no le perdonará que le abra la puerta al castrocomunismo”.
“Mientras Santos negocia con las FARC, ellos planean el asesinato de Álvaro Uribe” afirmó en noviembre de 2013. La patrona de la noche, Claudia Gurisatti, trinó en el mismo sentido, con la pésima gramática que la caracteriza y por coincidencia en la misma época: “Proceso FARC-Santos enseña: mata, mutila, secuestra y asesina. En el futuro habrá un presidente que te garantizará curules en el congreso”.
Tal ligereza, inadmisible hasta en las cantinas donde la soldadesca se embriaga de odio y venganza, sin el menor rubor ni la más mínima prueba, imita los coléricos arrebatos de un ex mandatario cuya talla no da ni para una yarda de estadista.
La lucha de los criptopunks con Assange, Zimmermann, Snowden, Appelbaum y un número creciente de personas enfrenta la amenaza de quienes buscan utilizar la información como arma en la guerra contra la democracia y la libertad.